El lobo de plata - parte 6

A pesar de su estado inconsciente, Miler siente que levantan su magullado cuerpo y lo mueven en una litera tejida en hojas. Al despertar, descubre que está dentro de una pequeña tienda hecha del mismo material y un indígena fumando sobre él. Miler reacciona violentamente y trata de levantarse, echando al otro hombre de allí. Luego ingresa el padre Carlos a calmarlo.

Le explica que la cueva se derrumbó e iniciaron la caminata al día siguiente tras no encontrar a ninguno de los que ingresaron, pero más tarde encontraron a otro grupo de indígenas con la sorpresa de que lo habían hallado herido y lo salvaron. Miler dice que alcanza a recordar que el general fue quien lo había rescatado, pero el padre le responde que no es así, aunque es alguien parecido a él: alto, calvo, barbado, pero con más barriga que Mazimiliano, por lo que debe ser alguien con poder. Su nombre es Fer-sho. Miler menciona que si la cueva ha caído, lo mejor será elevar una misa a San Diego y continuar, aunque Fer-Sho ya le dijo al padre que esa cueva continuamente cae y se levanta sola y la misa ya se realizó.
El padre Carlos ayuda a Miler a levantarse y salen de la pequeña tienda. Allí se encuentran con Fer-Sho quien le dice que quiere hablar con él y el padre puede acompañarlos para traducir. El nativo dice que ha recibido un mensaje del dios Macorí a través de un sueño: un hombre extranjero traerá la guerra al reino. Todos han visto la señal de Actolé, que voló en forma de miles de aves cuando llegaron y advirtieron su presencia. El padre aprovecha para interrumpir y dice a ambos que no están ahí para la guerra, sino que en cambio pueden convivir ambas civilizaciones en paz.

Fer-Sho dice que los hombres que están allí son pocos a su mando, pero puede reunirlos pronto y acabar con ellos y con los que están en la playa. Sin embargo, él quiere cumplir los deseos de Macorí. Dice que hace varios años, los extranjeros ya habían venido y los expulsaron de sus tierras en una sangrienta guerra, un territorio al sur después de las altas montañas en cuya cima queda el Arizal.

Tras esa guerra, el Taramara, o líder de todos los hombres, conocido como el gran Saraguma, estaba herido de gravedad y concedió sus derechos para luchar y ordenar sobre el pueblo a Yon, de la Casa León, hasta que su hijo creciera y continuara su legado. Pero el Taramara Yon decidió no pelear, sino establecer un nuevo reino bajo su mando en Anegrata. Su hijo, quien deseaba continuar con lo adelantado por su padre, fue acusado de traición y expulsado con los hombres que siguieron sus ideales. Incluso Mistar Jazán, que fue el poderoso chamán al lado de Saraguma, le dio la espalda.

Miler deduce que Fer-Sho es el hijo de Saraguma y él le dice que sí. Luego le hace la siguiente propuesta: permitirá que su ejército acabe con el Taramara Yon y los Mistar que lo traicionaron, para que él retome su derecho al trono. Le ayudará con sus cientos de guerreros y además le entregará un códice que trae todos los conocimientos de los hombres que, según la leyenda, fue escrito por Macorí.

Los más estudiados no han podido comprenderlo todo, pero han encontrado menciones de magia, comunicación espiritual, saberes ancestrales y alquimia. Por último, al retomar el poder, negociará con él para cederle una serie de tierras en las que se puedan establecer y, tal como lo dijo el padre, convivir de manera pacífica. En caso contrario, elevará sus oraciones a Nacobí para que la vida de le dio nuevamente a Miler se la arrebate de nuevo, y sea su sangre la primera que corra de los extranjeros.

El padre Carlos le dice a Miler que primero deben consultarlo con los reyes y Miler le dice que sin el general, él puede tomar ese tipo de decisiones sin su presencia. Enseguida le pide que le traduzca que está de su parte y le ofrece su mano. Él lo hace, pero Fer-Sho solo ve su mano con antipatía y se retira. Dijuliao le comenta que si ha pensado que puede ser una trampa y Miler le dice que no debe preocuparse, pues discretamente, en el camino ha dejado amarrados unos pequeños paños a los arboles para que de esa manera, un regimiento de soldados vengan a acabar con los 'salvajes', sin embargo, el padre le dice que el viaje de regreso a España tomará meses por lo que no le parece un buen plan.

Miler le comenta, a modo de confesión, que la nueva reina tiene un primo de alto rango militar en las colonias británicas y hacia él ha enviado el barco, que le suministrará cientos de hombres mucho más rápido, a cambio de un buen pago con el oro que encontraron al arribo. Un par de horas después, el sargento se siente apto para continuar y levantan el campamento.

Julián despierta al escuchar un lastimero aullido y se da cuenta que está herido en un brazo. La antorcha cerca de él sigue encendida, así que la toma, aunque también está cojo. Al tomarla ve algo al fondo que lo manda de espaldas del susto. Al levantar de nuevo el fuego observa que se trata de un oso, que le gruñe, pero no se acerca. Es un hermoso oso color café, con ojos negros, y tampoco es tan grande.

Aunque el soldado siente un poco de miedo, empieza a acercase con precaución y así nota que el oso también está herido, tiene una afilada piedra clavada cerca del pecho, la herida está sangrando poco. Julián piensa que puede salvarlo si le saca la piedra, pero entonces el oso podría matarlo, o puede intentar hundirle la piedra y salir de allí, aunque con sus heridas no llegaría muy lejos y el oso aún más enojado acabaría con él.

Pensando que de cualquier manera morirá, se aproxima para salvarlo y le acerca la mano, entonces el oso le lanza un manotazo que lo tira al piso, pero eso no lo detiene, aunque se siente sin fuerzas. Lo entretiene con la antorcha y rápidamente toma la afilada piedra y la retira de su cuerpo. El oso gruñe nuevamente y empieza a lamerse la herida. Julián cae al suelo, entonces el oso lo rodea y le lame también las heridas de su cuerpo. El general Mazimiliano ve con claridad al oso que le habla, este es más grande, pero de un color más claro.

"En este momento debes escucharme bien. Mi nombre es Yeik y, como tú, he sido castigado con la magia de Mistar Jazán. Fui un honorable guerrero de un emperador que murió, y tras su muerte fuimos llamados traidores por quien reclamó su cargo. Algunos fueron desterrados, otros muertos. A otros como a mí y como a ti nos enfrentamos a algo peor. Has sido convertido en una bestia y has aceptado tu destino para salvar a otra persona. Las bestias compartimos un lenguaje universal y por esa razón puedes entenderme, aunque seas un extranjero.

Nuestro castigador habrá hecho algún trato contigo, pero es una trampa. Hagas lo que hagas, morirás pronto. Su hechizo acaba con todo lo que tenemos por dentro, luego olvidarás tu humanidad, y finalmente tu cuerpo yacerá, pero tú seguirás vagando, como me pasa a mí en este lugar, del que no puedo salir. No debes quedarte aquí. Usa tu instinto animal. Si encuentras la salida, encontrarás una hiedra con flores azules. Si la comes, volverás a tu forma humana por última vez, pero tu animalidad ocupará de nuevo tu cuerpo, así que aprovecha el tiempo que tengas para hacer lo que consideres necesario".

El general observa a todos los lugares y ve una gran cantidad de corrientes de aire, como si fuera agua, escucha sonidos por doquier y se siente ansioso. Yeik le comenta que tuvo suerte de ser convertido en un lobo, pues ellos tienen un sentido del propósito inquebrantable y confía en que hará lo imposible por cumplir su misión, los lobos no retroceden sino que los retos los fortalecen, pero también debe tener en cuenta que los lobos no son buenos solos y necesitará una manada.

Finalmente agrega que lo mejor que puede hacer ahora es concentrarse. Mazimiliano se calma, respira más lento y entonces escucha la voz de la princesa, siente su aroma, un dulce aroma, y además lo ve en una de las corrientes de aire, el cual sin perder tiempo empieza a seguir, escala hacia la parte superior y sigue por el conducto.

El padre Dijuliao le pide a Fernando que le hable sobre Macorí. Él le dice que es el dios incomprendido, travieso, el que causa estragos, relámpagos y deja fuego a su paso. Solo lo entendía Fustaia, quien surgió de un parto húmedo y trajo consigo el agua y la lluvia. En un acto tabú crearon los seres humanos durante una gran tormenta. Por eso dicen que la procreación se da con mayor frecuencia en las épocas lluviosas.

De ahí que Fustaia sea la diosa del agua, la lluvia, el viento y las tormentas, así como de la sexualidad y la fertilidad, mientras que Macorí es el dios del fuego y los relámpagos, la guerra, el deseo y la sabiduría, ya que a los selsuicas les enseñó a leer y a escribir, las destrezas y les dio el ingenio. Se dice que gracias él, inventaron las armas ya que fue quien inventó la guerra para tener una distracción.

El general Mazimiliano llega hasta una caverna iluminada por un hueco que hay en el techo, bastante alto. En la caverna ve a la princesa con un cuchillo, como los que entregaron sus escoltas recién se encontraron. Está sentada, con un aspecto exhausto. Va por ella cuando un golpe lo lanza a la pared. Un oso de pelo claro y de un aspecto enorme lo ha golpeado.

María, cansada, se pone en guardia y ve dos bestias peleando por ella. Mazimiliano se acerca de nuevo y gruñe, ve a los ojos al oso y siente algo extraño. "Tú también has sido castigado, olvidaste tu humanidad", dice, pero el oso sigue a la defensiva. "Es extraño, pero veo tu nombre... es Bet...", el oso reacciona y se lanza hacia él, pero el lobo salta y lo muerde en el cuello. Ambos caen, el oso queda malherido y se levanta para huir, mientras el lobo trata de regresar a una asustada princesa. Ella lo ve, observa sus ojos, y suelta el cuchillo.

– ¡Mazi! ¡Eres tú! Actolé te envió a salvarme – dice María, mientras abraza al enorme animal – Debe ser el resultado de la maldición. Lo resolveremos.

Caminan juntos, siguiendo el instinto del lobo, pero llegan a un muro. "Oh, princesa, si pudieras escucharme. Estoy seguro que tras esta pared está la salida". María parece confundida, cuando ambos miran hacia atrás. "Princesa, ¿se encuentra bien?". Se trata de Julián, que viene montado sobre el oso pardo. Ella le dice que el lobo la está protegiendo, y se encuentran buscando la salida. Ambos creen que deben ir a otro lado.

– ¡No, princesa! La salida está aquí - dice el lobo, pero ella solo escucha gruñidos. – Tal vez puedo ayudar con eso – dice el oso. – Tú no has perdido tu humanidad. – Todavía recuerdo mi nombre, es Eulyzes.

El oso sigue las instrucciones del general y golpea la pared varias veces, hasta que cede y aparece la salida. El oso sale y la princesa con Julián detrás de él. El lobo busca la hiedra nombrada por Yeik y la encuentra cerca. Decide comerla inmediatamente y se transforma en un ser humano de nuevo. Julián presencia el momento y le ofrece parte de su uniforme para cubrir su desnudez. Al terminar, la princesa lo ve y sonríe. Él también sonríe y empieza a llover.



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