El lobo de plata - parte 3

Mazi se apoyaba contra un árbol, tratando de respirar, cuando se acercó un soldado ofreciéndole ayuda. El general le agradece y nota que el joven, a pesar de ser delgado, no muy alto y cargar sobre su espalda una gran cantidad de carne, es tan piadoso como para ofrecerle ayuda.

Recuerda que lo conoció en el barco y sin saber que era el general, le dijo su nombre: Julián, que en el continente era un artista de gran talento aunque poco conocido, pero debido a que debía encargarse de su familia prefirió unirse a la aventura, a la que le habían prometido que encontraría bastante oro para mantener a su familia y dedicarse el resto de su vida al arte, pero mientras estaba en altamar tenía una sentimiento contradictorio: que no iba a regresar, pero al mismo tiempo, sentía que en la nueva tierra encontraría paz, le dijo que tenía miedo y ya no estaba seguro de haber viajado, probablemente tendría que enfrentar cosas que no quería en ese nuevo lugar. El general pensó que estaba ebrio y no le prestó más atención hasta que lo vio de nuevo cargando la carne. No sabía si realmente era tan cobarde como se describía o tan valiente como pensaba.

La princesa es quien lo saca de su pensamiento cuando enfurecida le dice que debe ordenar la liberación de Fernando y Gabriel, pues ha visto como los trata Miler. Ella le dice que no son sus esclavos sino los suyos, así que le pide que se los devuelva. Él le da la razón y piensa que a pesar de su posición, es algo que no le va a gustar al sargento.

Por otra parte, el padre Carlos está interesado en el agradecimiento a Lausan y Actolé y, casi pensando como el general, quiere enterarse antes de que lo haga Miler, de quien sabe que no dudará en quemarla por blasfemia. No se equivoca, pues ella le narra que, tal como lo han contado sus padres y sus abuelos, Actolé es la deidad suprema que nació de la nada y que en su infinita sabiduría creó la naturaleza a su alrededor, los animales y las plantas. Es el dios de la naturaleza, el tiempo, el amor, el deseo, y la sabiduría. Al terminar construyó una casa enorme en lo alto de todo, para poder ver toda su creación. Este lugar es llamado Arizal. Rara vez se presenta ante alguien en forma de un ave de gran envergadura, pero esa presencia se transforma en una bendición para la toda su tribu.

Respecto a Lausan, es uno de los hijos de Actolé, el más fuerte y grande. De un golpe de su puño puede modificar los paisajes y romper grandes rocas porque tiene un carácter fácilmente iracundo y terco. Fue él quien decidió en un principio dónde cultivar, dónde cazar, y dónde criar el ganado. Lausan es entonces el dios de la tierra, el trabajo, los cultivos, la caza y el ganado, además del creador de los terremotos y protector de los bosques.

Mazi le ordena a Miler que le regrese los esclavos y él dice que de hacerlo, van a planear un escape o matarlos mientras duermen. Él le responde que si los sigue maltratando no van a cooperar para llevarlos a su aldea o quizás sea posible que los terminen llevando a una trampa. El sargento le menciona entonces que lo hará porque es una orden que ha recibido, pero espera que no sea una orden de la indígena, porque entonces sospecharía que ella lo está embrujando y tendría que quemarla.

El general no responde de ninguna manera y regresa con los dos lacayos ante la princesa. Le pide al sacerdote que le traduzca que quiere que la lleve a su aldea y le presente a su líder. El padre Carlos trata de conversar con ella en ambos idiomas y María hace lo mismo, pregunta lo que es una aldea y Mazi le dice que un lugar pequeño en el que hay pocas viviendas y en las que gobierna alguien con poder sobre los demás. La princesa finalmente le dice a Mazi que están cerca a una, el lugar en el que pasa sus vacaciones: Jasal-jadi-joz, que de acuerdo al padre, el significado sería: Casa Marrano, pues al parecer las aldeas son una sola casa para toda la tribu, y cada aldea tiene la distinción de un animal que quizás veneran.

Mazi pide entonces que se alimenten bien y preparen una caravana para partir lo más pronto posible, así irán él, la princesa, sus lacayos y unos soldados. Pronto se suma el sacerdote y pide que le permita que lo acompañe su asistente Cristian, a lo que él no ve ningún problema, al contrario cree que su actitud diplomática puede permitir una buena relación con los indígenas.

En un par de horas, tras dar el aviso a los reyes, se disponen a salir a Casa Marrano. El sargento Miler se unirá a la caravana, ya que quiere tener control sobre los que todavía cree que son prisioneros, y para asegurarse, pide que a los lacayos les amarren las manos. Mazi se lo permite para que no interfiera más en sus asuntos, al menos durante ese viaje.

La princesa parece preocupada, el padre lo nota y le pregunta qué sucede. Ella le dice que espera que los dioses no se enojen, pues antes de sacrificar el ganado no hicieron ni una reverencia a Lausan, y ahora que van a partir tampoco podrán pedirle protección a Actolé. El sacerdote le pide que no se preocupe, pues él pedirá a su Dios lo que ella ha dicho. Ahora parece confundida, pues creía que su deidad había quedado en el lugar del que vinieron. Mientras conversan, Fernando le dice a Gabriel que ese no es el único problema, pues estuvo haciendo plegarias de amor a Actolé, pero cree que quien lo escuchó fue Lanine. Gabriel le dice que se calle, pues con tan solo mencionarlo puede invocarlo y traerles más desgracias.

Mazi ve entre los soldados a Julián y lo felicita por haberse unido a la caravana. Él le confiesa que prefiere ir con ellos y enfrentarse a los peligros que esperarlos con calma en el campamento. El general observa nuevamente su ambigüedad ¿es un cobarde o un valiente? También piensa en cuál de las categorías se encuentra él.

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