El cuerpo de San Martín - parte 8

Pamela apenas tuvo tiempo de desear un feliz día a las mujeres, cuando el capitán ya estaba encendiendo el auto. Ella le preguntó qué sucedía, y él le dijo que ya sabía dónde estaba la señorita Rúa.

-       Dijeron un montón de cosas que no entendí, pero dijo algo de la ‘treinta y dos’.
-       Hablaban de Nelio, el muchacho que te decía, que tiene éxito con las chicas, y que es un indeciso, aunque déjame decirte que si el pibe aquel dice que es de River pero anda con la camiseta de Boca, más que indeciso es suicida. En fin, cosas sin importancia, lo importante es que luego del show de las milongueras, se pusieron a jugar al truco, un juego de cartas, con la señorita Rúa, o lo que presumo, con el cadáver…
-       Entre tanto desorden, fácilmente pudo haber pasado por una ebria más.
-       Sí, es exactamente lo que pienso. Luego vino la policía en su operación rutinaria y arrestó a todos los ebrios y se los llevó a la ‘treinta y dos’. Es el nombre coloquial de la estación, porque queda en la dirección Chile 3200.

La detective pareció asombrarse al escuchar el nombre.
-       ¿Quién pudo confundir un ebrio con un muerto?
-       Hay un policía recién trasladado, es joven pero impertinente, a veces hace las cosas sin pensar. Se llama Leandro.
-       Es el joven que vimos en la mañana. Ahora entiendo todo. Si estuvo todo ese tiempo allá, hemos perdido mucho tiempo acá.

El capitán toma una calle hacia la derecha y luego hacia la izquierda. Ve a la detective pensativa y cree que ha sido por nombrar el país. Sutilmente le comenta que tiene pensado para las vacaciones de fin de año viajar a Sudamérica, especialmente a Buenos Aires. Ella le pregunta si conoce esa ciudad y él le dice que no, que siempre ha querido a pesar de que hubo la oportunidad: un hermano suyo es abogado y por su trabajo una vez tuvo que irse para allá por un tiempo, aunque solo conoció la Plaza de Mayo y la Casa Rosada. Aunque su hermano lo invitó a acompañarlo, no lo hizo porque no tenía con quién dejar a sus tres perros incluyendo su muy dulce y viejo Perro Oveja. Pame lo observó con algo de sorpresa.

-       Debo aceptar que no soy muy creativo con los nombres, pero es que tenía ese aspecto. Espero que esté bien en el cielo de los perritos. Y vos, detective, ¿has ido a Chile alguna vez? ¿Conocés la tierra que te vio nacer?
-       No. Y no soy de Chile, yo nací aquí en Nueva Sabernal.

Ella le dice que su padre era argentino y su madre chilena, y ambos vivían ahí en Bonayre. Le comenta que siendo muy joven, su madre descubrió al esposo con otra mujer del barrio, pero lo peor es que él le pidió que se marchara con la hija, precisamente el día de la Virgen de Luján, lo dijo estando ebrio, pero mientras tomaba mate, y por ese olor le recordaba directamente ese vil mandato.

Su madre y ella salieron de allí, caminando hasta el puente de San Martín, porque la amante la había difamado y todos la conocían por su apellido chileno y la ofendían por su origen. Se quedaron con una pariente en la ciudad, aunque nunca supo su parentesco.

-       Ahora entiendo porqué rechazas todo lo que tiene que ver con los argentinos.
-       No fue solo por eso…

La detective le comenta que, a pesar de las advertencias de su madre, ella se enamoró de un argentino en el colegio, siendo joven, y era a él a quienes los demás lo matoneaban por esa razón. Sabiendo lo horrible que era esa situación, ella trató de acercarse a él, pero el argentino creyó que también la atacaría, así que atacó primero lanzándole un gato enojado, dejándola traumada para siempre, con los gatos y los argentinos.

Más tarde entró a las fuerzas policiales. Cuando tuvo la oportunidad de ser detective, no lo dudó. Quería saber qué había pasado con el hombre que la había engendrado, pero no encontró la más mínima pista, sospechando que quizás murió o regresó a Argentina. Así que, cuando más tarde le ofrecieron el ascenso, ella lo rechazó, solo porque le gustaba más ser detective.

-       Pame, por favor. Nos conocimos estando en el mismo rango, sí recuerdo tu aversión hacia mí, pero logré conquistarte…
-       ¡Capitán!
-       Bueno, lo que quiero decir es que me sorprendió cuando rechazaste el ascenso. Ya resolviste lo que querías, no tienes ningún Perro Oveja que te impida continuar.
-       Por ahora prefiero continuar con este caso. Hemos llegado. Ojalá se terminé rápido todo.
-       Si es que logramos encontrarla aquí con suerte. Luego, dictaminar la causa de la muerte, accidental u homicidio. Que agobiante.

Al ingresar a la estación, se encontraban en un solo salón decenas de policías, borrachos y delincuentes, la mayoría esposados a sus bancas, durmiendo sobre el hombro del otro o simplemente en el suelo.

Entre todos ellos yacía una mujer sin vida, amortajada por los taitas, trasquilada por un peluquero, con manchas de café y marcas de cigarro por unas milongueras distraídas y esposada por un policía principiante, pero con la característica más evidente: a pesar de parecer dormida, su rostro mostraba una tristeza infinita. Así fue que la detective la encontró.

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