El cuerpo de San Martín - parte 10

Máximo Navín, vice ministro de Historia y Patrimonio, del Ministerio de Educación, daba declaraciones en televisión sobre la muerte de la señorita Rúa. Ana, la asistente de Dajat, se molestó al escucharlo y apagó el televisor, mientras Dajat se limpiaba los ojos llorosos con un pañuelo.

- ¿Ahora puede decirnos por qué la realeza quiere tapar la muerte de la señorita Rúa? – preguntó la detective.
- ¡Pamela! Sé un poco más respetuosa.
- No hay ningún problema. No pensé que Luis permitiera que algo así le pasara.
- Créame, él está en las mismas condiciones – dijo ella – Este documento estaba en su escritorio. Es una orden para imprimir dos millones de libros escolares, a nombre de Luis Aldemarino. La fecha es de hoy, así que asumo que ella no sabía que su esposo iba a hacerlo.
- ¿Dices que la mataron por un libro? – preguntó el capitán.
- Podría suponer que se trata de un libro controversial, en el que ella trabajaba con el señor Dajat, por el que el Ministerio de Educación, y por extensión la realeza, se sentía amenazado. Luis Aldemarino mencionó que él sabía lo que ella hacía y la apoyó. La pregunta, cuya respuesta estoy segura que tiene usted, es: ¿qué clase de libro es?
- Es el libro de historia del Reino de Nueva Sabernal para el cuarto grado. Uno de los libros matrices para todos los colegios y escuelas del país. La señorita Rúa presentó su borrador en el Ministerio de Educación para implantarlo en el próximo año escolar, pero el vice ministro Navín estuvo en contra e incluso amenazó con evitar el nombramiento de su esposo para el cargo de rector de la Universidad Real.
- A eso se refería el señor Aldemarino: él ya había rechazado ese cargo – dijo el capitán – pero ¿qué puede ser tan peligroso en ese libro?
- Ana, por favor entrégale el borrador del libro a la detective y uno de los vigentes al capitán. Me gustaría hacerles una pequeña prueba de historia. Ambos fueron educados aquí, así que conocieron el libro.
- ¡Sí! me trae muchos recuerdos – dijo el capitán –. Soy muy listo para ese tema.
- No me gusta la historia – dijo la detective – Tal vez no sepa las preguntas.
- No es algo complicado. Página ocho, el descubrimiento de Sabernal, pregunta: ¿Cómo el General Mazimiliano triunfó sobre el yugo indígena del terrible Saraguma?

El capitán buscó con el dedo la respuesta por todas partes, pero parecía confundido. Dajat lo observó como el estudiante que nunca estudió y luego vio a la detective.
- Eso sí lo recuerdo. Creo que el sacerdote ese vino a educarlos y el rey indígena le cedió el poder a Mazimiliano, pero primero tuvieron una pelea en el que murieron muchos indios.
- Mmm, no. Más o menos – respondió Dajat – el padre Dijuliao junto al general Mazimiliano fueron los exploradores más importantes durante el descubrimiento. En el libro que tiene el capitán dice que el general se enfrentó a la fortaleza de Saraguma, que fueron atacados violentamente, que “de manera lamentable” murieron muchos indígenas por ser enemigos de Dios, hasta que el rey indígena cedió y entregó el poder a Vértigo Monfort, primer rey de Sabernal. Por otra parte, en el libro que tiene la detective, se encuentra lo que investigamos la señorita Rúa y su servidor: el general Mazimiliano, o uno de sus hombres, fue quien inició el ataque, redujo a los indígenas, los expulsó de sus tierras y destruyó sus edificios de gobierno y adoración. Los que quedaron fueron evangelizados a la fuerza. El taramara Saraguma fue el primero en rendirse, pero no fue perdonado.
- ¿Pero luego los selsuicas no eran nómadas?
- Así es detective, cien años antes del descubrimiento. Apenas se estaban sedentarizando. Aquellos edificios eran pirámides destruidas. Sobre una de ellas se construyó el palacio real. Ahora vean las páginas quince y dieciséis. Un infograma que explica las raíces del idioma selsuica y el origen del nombre de nuestra ciudad Tívecre. ¿Qué significa, capitán?
- Emmm, esa la sabía. Aquí está. Significa ‘alabados extranjeros’. La sabía.
- ¿Qué me dice usted detective?
- Horrible.
- ¡Pame!
- Es lo que dice aquí.
- Así es señores, incluso los indígenas hoy usan esa palabra con alguna leve transformación como expresión de horror, especialmente cuando llegan personas desconocidas con sensación de peligro. Vean la página veintitrés. ¿Cuántos dioses tenían los selsuicas?
- Tres, uno para el día, para la noche y para la tierra. Qué simpleza.
- Aquí dice que ocho.
- Exacto, al menos es lo que descubrimos en esa enorme y compleja cosmogonía. El rey Belalcázar, el Ilustrado, junto con su primo, el obispo Baltazar, también ministro de Educación, fueron los encargados de “civilizar” a los indígenas, hecho que actualmente se repudia como un magnicidio cultural, pues muchas lenguas, conocimientos y actos fueron destruidos. No pretendo aburrirlos más. Con estos pequeños detalles solo quería demostrar los hechos que se han mantenido ocultos por los líderes del reino. Hoy la monarquía se encuentra en plena desestabilización social y, de acuerdo al ministro Navín, publicar un libro de este calibre sería el final para todos. El libro que tiene el capitán es la historia oficial que defiende la Sociedad Histórica Real, motivo por el cual me retiré, pero ella sí se quedó presidiéndolo para tratar de cambiar algo. 

Los policías se levantan y se despiden. Antes de cerrar la puerta, Ana le pide a la detective que espera que resuelvan el caso y además le pide el favor si es posible, que restrinjan la entrada al barrio o al menos a esa calle, a ese hombre grosero, prepotente y mentiroso: el vice ministro Navín.

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