Reflexiones sobre mi nombre - ejercicio en clase
Mi primer nombre lo siento muy común e inflexible. Diego es el nombre que me puso mi madre en una época que estaba de moda Diego Maradona. Únicamente mi familia me llama así y en la oficina en la que recientemente entré a trabajar. La única distinción que se le puede cambiar es Dieguito, lo cual siento diminutivo y humillante, excepto si es mi madre quien me llame así.
Incluso en el colegio éramos llamados por el apellido, que tenía más opciones de apodos.
Mi segundo nombre empecé a usarlo en la universidad. Aunque mis padres pensaron usar Diego Alexander, mi padre pensó que el nombre me iba a convertir en peluquero así que heredé su nombre. De esa manera descubrí la versatilidad de ese nombre: Kike, Kikin, Kikesin, Kikeron, Kikelin, Kiko y Rico dependiendo del contexto.
Incluso desde el anonimato, con sólo escuchar o leer el nombre con el que me saludan, ya sé quién es.
Incluso en el colegio éramos llamados por el apellido, que tenía más opciones de apodos.
Mi segundo nombre empecé a usarlo en la universidad. Aunque mis padres pensaron usar Diego Alexander, mi padre pensó que el nombre me iba a convertir en peluquero así que heredé su nombre. De esa manera descubrí la versatilidad de ese nombre: Kike, Kikin, Kikesin, Kikeron, Kikelin, Kiko y Rico dependiendo del contexto.
Incluso desde el anonimato, con sólo escuchar o leer el nombre con el que me saludan, ya sé quién es.
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