La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 35

Déjà vu

Natalisa baja por el túnel tras el capitán con ayuda de una soga. De repente se tropieza y casi cae si no fuera porque el capitán la sostiene. Como era necesario que se estrellara contra la pared para hacerlo, inmediatamente escuchan un ruido proveniente del cinturón del capitán. Natalisa le pregunta sobre ese sonido.

- Es el mébopa, se debió encender cuando me estrellé con la pared, pero ¿a quién sigue? – se pone a pensar pero es interrumpido por su radio – Ericoka, ¿Qué sucede? Cambio.
- Vayan por… galería… número seis derecha… peligroso… otra caverna… y fuera.
- No se escucho bien – dice Natalisa – debe ser la interferencia. Parece que hay que ir por la galería seis, derecha.
- No estoy seguro – dice el capitán Toribio – Puede ser que haya dicho que no fuéramos por esa galería, pues es peligrosa y hay que ir por otra.

Leed iba tras ellos después de encerrar en la cabaña a Omairo conWaterloo, pero el primero decide soltar al otro para que lo libere, sin embargo, cuando Waterloo se suelta, se escapa también. Pronto llegaron a una gran cueva subterránea que se dividía en varias. Caminaron un buen rato hasta la separación. Había nueve conductos. Era parecido a Marte, solo que no había antorchas, sino usaban las linternas que encontraron en la cabaña para guiarse.

Tuvieron que tomar una difícil decisión. Ir o no ir por la galería seis. Leed tomo dos rocas, una negra y una gris. Si al capitán le salía la negra evitarían la galería y se irían por otra, si sacaba la gris entrarían. El capitán sacó la roca gris. Más adentro hacia calor y Natalisa sugirió otro camino, pero el capitán se lo negaba bruscamente, no obstante, ella seguía insistiendo.
- Ya basta. ¿No se da cuenta que estamos dentro de un volcán? Hay lava ardiente, rocas calientes, cenizas sofocantes, ¿no lo entiende?

Natalisa se sintió mal y se quedó callada. Luego se quitó las lágrimas de los ojos. Era la primera vez que alguien hacia eso frente a él. El capitán trató de disculparse. «Antes no eras así, Brus – dice ella – eras más dulce» El capitán continuó caminando y el sonido del mébopa aceleró también. El capitán se dio cuenta que este artefacto tenía un radar y se sintió muy tonto por no haberlo usado antes.

Una hora después de caminar, Natalisa no podía más y se sentó. El capitán miraba el radar. El objetivo estaba cerca de ellos pero no lo podían ver. Natalisa se recostó en la pared y esta se rompió tras ella, mostrando luz. Rompieron un poco y vieron que tras la pared estaban grandes cofres abiertos llenos de objetos valiosos y estaba iluminado porque por un lado de la cueva cruzaba un esplendido río de lava. Leed fue el primero en pasar. Ayudó a la mujer y luego pasó el capitán Toribio. La vista era más clara.

Leed abrió unas cajas estaban llenas de documentos de propiedad. Luego abrió unos maletines que estaban llenos de billetes de la denominación universal más alta. Escucharon un sonido, como si se acercara un automóvil, y el capitán le dice a los dos que se oculten tras las piedras. La Gibelina sale de la cueva de en frente y se estaciona. Ericoka baja del techo de la nave y se oculta también, pero antes ve al capitán y lo saluda silenciosamente. El capitán también le envía una señal de respuesta. Driana y Milwer bajan y hablan fuertemente.
- Debemos tomar estos tesoros e irnos cuanto antes. Ayúdame, Driana.

Driana está vistiendo la bufanda que el capitán le había vendido a Paolina y comprende por qué sonaba el mébopa. Luego el capitán Toribio se le lanza a Milwer y ambos empiezan a luchar. Driana trata de defenderlo pero Ericoka no la deja. Waterloo llega tras Natalisa pues se salió de la cabaña por la chimenea y siguió la cuerda que llegaba a ellos. Él piensa que están bailando y sale a “la pista de baile” Natalisa trata de detenerlo, lo toma de una mano y lo hala para esconderse con él, pero como Waterloo tiene fuerza la hala a ella para dar vueltas y vueltas.

Milwer va a golpear al capitán, pues lo tiene debajo suyo, Natalisa se marea y se suelta de Waterloo y cae con tanta fuerza encima de Milwer que lo empuja. Él se golpea con la pared y cae inconsciente. Rápidamente el capitán lo ata de manos y pies y le pone esposas a Driana. Leed, Ericoka, Natalisa y el capitán colocan las cosas dentro de la nave. Leed ve a Waterloo mirando fijamente una copa de oro y le pregunta «¿Qué sucede?» él le dice que la copa se está volviendo liquida y Leed se ríe.
- No. La copa no es liquida, se sirven líquidos en ella.

Pero Waterloo tiene razón y Leed se da cuenta que el oro se estáfundiendo y el río de lava está creciendo. Leed avisa a los demás y enseguida guardan el resto en la nave y se suben. Ericoka dice que la nave esta pesada y no se podrán ir a menos que lancen uno de los baúles, pero Leed se opone diciendo que debe haber otra manera, sin embargo no sabe que más hacer. Abre la puerta de arriba pero Waterloo se sale y no lo pueden detener. Ellos lo ven por la ventana. Él piensa que la lava es papilla de fresa y se lanza. Entre los sollozos de Natalisa nada pueden hacer, y Ericoka, quien no ha visto ni escuchado nada, dice que el peso está mucho mejor y pone la Gibelina en marcha. Siguen el camino anterior y salen a la superficie.

Omairo estaba soltándose las cuerdas y al ver que la nave sale y se dirige al oeste velozmente, el también corre tras ella. El volcán comienza a hacer erupción, y en unos minutos el magma quema la cabaña y funde la falsa nave de Miguelángel Cuervo. Omairo se sube en la camioneta donde vinieron Ericoka y los demás y trata de escapar. Cuando están lo suficientemente lejos de la erupción, el capitán le dice que desacelere la nave un momento y ambos ven como pasa a su lado el carro blindado. El capitán ve a Omairo y le dice a Ericoka que lo siga. El capitán planea rodearlo y obligarlo a que se detenga pero ve que adelante esta la policía de tránsito y carreteras quienes lo inmovilizan. Por orden del capitán aterrizan la nave y él se dirige hacia los policías de carreteras.

- Capitán Eh… Jota Toribio – dice el capitán mientras muestra la placa – jefe de policía de la jurisdicción de Tívecre, ¿Qué sucedió?
- Pensé haber escuchado capitán Toribio – dice el policía dirigente – pero es imposible, ya que él…
- ¡Suéltenme! – grita Omairo mientras lo esposan.
- Bueno, este hombre hurtó el carro blindado y… en fin, rompió 115 leyes de la jurisdicción de Priana así que está detenido – dice un policía.
- Bien, este hombre… escapó de la cárcel de Tívecre. Deme sus notas y él homologará una condena en mi jurisdicción, yo me encargaré – dice el capitán Toribio.

El policía dirigente le entrega las notas y a Omairo esposado. Se suben a la Gibelina y se van a la ciudad. Leed le agradece por todo y le promete que lo respetará y hará que respeten a los Toribio para siempre. Ericoka también le agradece por todo, ya que por tomar de chivo expiatorio a Omairo, ella está libre de cargos, pero lo reprende por haber entregado los planos de la nave a las autoridades. Natalisa se va sin decir nada. El capitán va tras ella y le pide disculpas por todo lo que le ha hecho y además la invita a una cita romántica. Quedan de encontrarse en el restaurante Caracol Asado. El capitán luego contacta a Brus y le cuenta todo lo que debe hacer. Brus también le agradece por haber hecho lo que hizo y se alista para ir al restaurante.

El capitán Toribio toma la Gibelina y llega hasta la tienda de muebles por donde salió. Un camión de bomberos se está marchando, ya que hacía poco fue la explosión del portal del tiempo. Piensa en cómo entrar la Gibelina al local, pero recuerda que está en el patio. Maneja nuevamente y tumba la cerca. Luego recuerda que la Diana del futuro debe abrir la puerta y no sabe dónde encontrarla. Sin embargo una mujer gorda sale de la tienda de muebles a gritar y refunfuñar por la cerca. El capitán sale para calmarla y lo logra casi de inmediato, pues ella se enamora de él. Ella le coquetea pero él no le hace ni la más mínima atención, y al ver en su carnet el nombre de Diana le pide que abra la puerta.
- ¿Cuál? ¿La de mi habitación?
- ¡Cállese! Sólo quiero que toque ese marco de madera.

Ella le dice que primero lo bese y él corretea por toda la tienda, viendo mesas por doquier, mesas de comedor, de centro, de billar, de noche, de teléfono, mesitas auxiliares y escritorios. Pronto los vecinos empezaron a agruparse para ver aquel espectáculo.
- Que raro – dice uno – ¿No es ella la mujer egoísta y malhumorada?
- Sí – dice otro – Esto es muy raro en verdad.

El capitán le dice que si toca la puerta él se casara con ella. Diana del futuro corre inmediatamente al marco y lo toca. El remolino se abre y el capitán entra enseguida a la nave, acelera y desaparece con el torbellino.
- Genial. Todos son así. Ahora, ¿Quién pagará la cerca?

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