La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 27

En el universo paralelo, Tatiana se dispone a preguntar sobre su esposo con una fotografía recortada, pero no hay nadie en la calle. Leini le pregunta sobre la fotografía.
- Sucede que una vez nos tomamos una foto los dos, y cuando me separe de Germanio, él la recortó, y luego, al reconciliarnos, yo me quede con la parte donde esta él, y él con la parte donde estoy yo.
- Es interesante – dice David – pero ¿dónde estarán todos? Es mediodía.

Se sentaron en las sillas de la plaza donde las palomas tenían sus madrigueras y los ratones tenían sus nidos en las copas de los árboles.  A eso de las cuatro o cinco de la tarde comenzó a verse que las personas salían de sus casas, conducían automóviles o se subían a los buses, los cuales creaban un gran tráfico ruidoso. A las siete de la noche empezaron a salir niños con maletas y se subían a los buses escolares.

Tatiana está un poco confundida y les dice a los dos que ya es hora de preguntar y al día siguiente se verían en esta misma plaza. Leini se va a la zona comercial, David Palermo a la zona industrial y Tatiana a la zona residencial. Ella se dirige a la primera casa y golpea.

Un hombre con delantal abre la puerta y dice muy asustado que hay que llamar a la policía pues apareció la señorita Y. Lo mismo sucede en otras casas, sale corriendo y llega a otra casa de otro barrio más alejado. Allí golpea y se queda dormida esperando que le abran la puerta. Luego despierta en un sofá. Un niño está viendo televisión y un anciano se le acerca con una taza de café.
- Tome, señorita. No es común que alguien se duerma en plena noche.

Tatiana se toma el café y se recupera instantáneamente, mientras el anciano se sienta a tejer. Ella le agradece y le dice que está un poco confusa, pues todo sucede al contrario de donde viene.
- No me diga que allá los hombres trabajan y las mujeres se quedan en la casa – después de reír y notar que a Tatiana no le hace gracia, se pone serio y le pide que se quede a almorzar. Ella acepta. El niño sigue viendo televisión. “¿Por qué este niño no habrá ido a estudiar como todos?”, piensa Tatiana, luego ve que tose y supone que está enfermo. En la televisión, están por presentar las noticias de la medianoche.
- Vaya – dice el niño – al fin algo bueno.
- En las noticias de hoy – dice el periodista – presentaremos la entrevista exclusiva con el Dr. S, con respecto al caso Color Manzana, sucedido ayer.
- ¿Qué es eso del Color Manzana? – dice Tatiana.
- Es que ayer cayó un objeto no identificado del cielo – responde el niño – El Dr. S es el encargado de ese caso. Ese hombre es mi héroe. Ha hecho muchos inventos y es quien mejor sabe explicar la física quántica y los fenómenos paranormales.

Tatiana se pone a pensar y deduce que ese objeto debe ser su esposo.
- ¿Sabes dónde vive? – preguntó.
- ¿Qué clase de fan seria si no supiera donde vive? En la casa de más de cuatro pisos, por supuesto. Silencio, va a hablar.
- Sí, señoras y señores – dice el Dr. S – recuerden que si saben algo acerca de la señorita Y deben llamar a este número. Esta mujer no es de este mundo – inmediatamente muestran la mitad de la foto de Germanio en la que sale Tatiana.
- Guau, ¿en serio eres extraterrestre? – dice el niño, mirándola fijamente y entusiasmado.
- Claro que no.

Leini, en las mejores tiendas observa los zapatos y las chaquetas de moda. Decide comprarse unas sandalias. Cuando va a pagar la cajera le dice que ese dinero dejo de funcionar hace 160 años, pero la tarjeta de crédito sí funciona. Se emociona más al notar que es la cajera la que deposita el dinero en su cuenta.

David Palermo se encuentra en una de las más grandes fábricas. El celador lo ve y rápidamente lo hace seguir hasta el piso 200, el último piso, el cual es toda una sola oficina de presidencia. Allí está un hombre de traje hablando por teléfono quien inmediatamente cuelga y se dirige a él.
- Señor, perdón, doctor Palermo, ¿ha decidido a realizar la inspección?
- Ehh…sí, así es.

El hombre de traje lo lleva a través de los 200 pisos, además de los diez pisos subterráneos que eran muy extensos. En cada piso los ejecutivos o los obreros le hacían la venia, algunos le pedían que les diera la bendición y que les diera la mano, mientras él cuestionaba mentalmente el excesivo respeto. Después de la inspección, el hombre de traje lo llama a la recepción.
- Señor, perdón, doctor Palermo, ¿desea que vayamos a la mansión?
- Bien, ¿a quién visitaremos?
- Que gracioso es el doctor, vamos a su mansión, señor. Bien, ¿desea ir en limosina o en Ferrari?

David Palermo eligió la limosina y se fueron a la mansión. Al entrar, quiso ir al baño, pero no sabía cómo preguntar sin que sospecharan que era un impostor. Pero este problema se resolvió fácilmente cuando su mayordomo lo interrumpió.
- Señor, la habitación que pidió remodelar ya esta lista. La que está a tres puertas de las escaleras, con baño privado y vista al mar.

Ese mismo día, todos llegaron al lugar y a la hora citada. Leini era la más somnolienta por haber pasado toda la noche en los centros comerciales. Tatiana le dio un poco de leche que tenía en un termo para que se recuperara, pues allí tenía un efecto animador. De nuevo esperaron hasta las siete de la noche mientras se adelantaban todo y marcharon a la casa de más de cuatro pisos.

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