El romance de Sara Malagán - parte 1

De repente llego la policía. Arrestó a todos los que tenían sangre y los que gritaban. El 12 de marzo, a las 8 y cuarto de la noche, todos se reunieron en la Plaza Mayor de Ciudad de Tívecre, capital del reino de Sabernal, para observar el crimen ocurrido de esa noche.

El mismísimo rey consorte Juan Alejandro Parra, estaba con el príncipe heredero a sólo unos metros de distancia y aun así corrió con todos los curiosos para ver el cuerpo sin vida de uno de los hijos de las familias más distinguidas de la ciudad y del país. Todos gritaban lo mismo:
- ¡Búsquenlo, busquen a Andrés Burto!

Veinte años antes

La Ceremonia de Luz del Honor era una fiesta social tradicional, en el que el monarca le debía entregar al Sabeno, heredero de la corona, un collar con un colgante redondo y grande, llamado el Medallón de la Luz, pues de lejos parecía tener la figura del sol. 

Al parecer era un objeto de superstición, pues según el primer rey y fundador de Sabernal: Vértigo Monfort, fue lo que le llevó al crecimiento del reino. Al morir, fue la reina quien se lo entregó a su hijo, de apenas veinte años. 

Desde entonces, cada rey le entregaba al Sabeno el medallón entre los veinte y los veinticinco años, aun si no han subido al trono. En una ocasión, el rey Leonardo V le hizo entrega del símbolo a su bella hija, la princesa Ivonnet Sasure.

Esta ceremonia sólo hacia parte de una enorme fiesta que unía a muchas personas y que de acuerdo a su clase social, tenían costumbres diferentes. El rey, después de terminar sus actos públicos, se sentó con sus mejores amigos: Eugenio Burto y Francisco Malagán, representantes de las familias más ricas del país. 

Cuando ya estaban borrachos con varios licores finos, Eugenio vio el Medallón brillando en la mitad de la noche como una estrella terrestre, colgado en el cuello de la princesa.

- Te apuesto, querido amigo mío – dirigiéndose a Francisco – que si ese Medallón en realidad es de oro, te daré toda mi fortuna.
- Pero yo para qué quiero más dinero del que tengo. Si tuviera más podría regalarle una poma a cada hombre, mujer y niño de este país y aun así tendría una gran fortuna. Ofréceme algo que realmente valga la pena. 
- Bien. Mi esposa, al igual que la tuya, está en embarazo. Estoy tan seguro de que ese Medallón no es de oro que si fuera cierto tu hijo podría matar al mío, pero si no, como yo digo, se invierte el castigo.
- Como quieras, ellos siquiera han nacido.

Aunque le preguntaron al rey cuál era la verdad, él sólo dio con una ambigua respuesta, en la que creía que era de oro, mas en la familia siempre ha habido rumores de que no era así.

Al día siguiente, nadie supo cómo, la apuesta se había hecho oficial. Cuando se dieron cuenta, ni Eugenio, ni Francisco, ni mucho menos el rey lo recordaban. Se dice que ese día todos amanecieron con una resaca tan impresionante, que los capataces de las principales empresas se vieron obligados a que los trabajadores se fueran a medio día, porque se sentían muy mal para trabajar.

Francisco y Eugenio pensaban cada uno que el otro había hecho esa apuesta tan terrible a sus espaldas para hacerles daño a sus respectivos herederos. Como no pudieron hacer nada más y no pudieron ponerse de acuerdo, cada uno se fue a su casa en cada extremo del barrio, y lo primero que hicieron fue deshacer sociedades y modificar agendas para evitar verse. 

Así se acabó una duradera amistad, dando como resultado una invisible separación de apoyo a cada uno, y esa era la excusa para crueles enfrentamientos de extremistas políticos en la prensa y deportivos en las calles, ya que cada familia poseía fuertes participaciones en los equipos rivales de la ciudad.

Posteriormente, unos meses después del hecho nacieron Andrés Burto y Arturo Malagán en el mismo mes, y dos meses más tarde, en el mismo año, nació el nuevo Sabeno: Milwer Sasure. Un año después nació Mario en la familia Burto, y seis meses después nació Sara en la familia Malagán. 

Cuando Andrés y Arturo tenían diez años cada uno, ellos y sus padres fueron llamados por un heraldo jurídico al Supremo Tribunal, en la Casa de Justicia. 

El hermoso edificio se encontraba frente a la plaza de Tívecre y estaba alineada hacia la entrada del Palacio Real. En el lado izquierdo de la plaza estaba la primera iglesia construida en el reino por orden del padre Luzenio, y en el lado derecho el edificio del Consejo de Sabernal. 

En cuanto los primogénitos fueron llevados a un cuarto al lado de la audiencia, el juez Ramiro Lenez, con permiso del representante del rey, leyó en voz alta el documento que tenía en sus manos.

- El reino de Sabernal hace valido y oficial este documento. El señor Francisco Malagán y el señor Eugenio Burto aceptan la siguiente situación: si el Medallón de la Luz es de oro, el hijo de Francisco podrá ejecutar al hijo de Eugenio de manera legal. Si dicho Medallón no es de este metal, el castigo se invierte, siendo que el hijo de Eugenio sea quien pueda ejecutar al hijo de Francisco de manera legal. Firman los apostantes Francisco Malagán y Mario Burto y, en nombre del reino, Su Majestad Leonardo V.

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