El cuerpo de San Martín - parte 1

Una mujer toma aire y se levanta de su puesto muy decidida. Va en la parte delantera de un bus en movimiento que está lleno, todos ojos y cabelleras de todos los colores, que están mirando por la ventana todo lo que puedan observar. Inmediatamente dirigen todos, casi al tiempo, la mirada a la mujer.

-       Bueno, señores y señoras. En nuestra primera parada, perdón, estación, a la izquierda podrán observar la colina de Bur. Sobre ella está el castillo, perdón, el Alcázar de Nueva Sabernal, primera morada de los reyes y la familia real. Fue construido hace más de 300 años por los mismos indígenas que habitaron estas tierras, en señal de agradecimiento por civilizarlos. El rey Vértigo Monfort, en agradecimiento hacia ellos, puso al nombre de la ciudad la forma en que ellos la llamaban: Tívecre, que significa ‘alabados extranjeros’.
-       ¿Qué hay de cierto que fue construido sobre un altar indígena y que sacaron a todos los indígenas? - preguntó un hombre pelirrojo.
-       ¿Es cierto que Tívecre en realidad significa ‘asqueroso’? - cuestionó una joven rubia.
-       ¡Claro que no! – respondió la mujer guía – Son cosas absurdas que inventó la organización de "Defensores de la Historia" porque no recibieron dineros públicos. Continuemos con la verdadera historia.
-       ¡Es un castillo hermoso! Como el de Cenicienta – dijo una mujer con acento americano.
-       ¡Es una vil copia del castillo de Neuschwanstein! – dijo un hombre con acento alemán.
-       Para nada – interrumpió de nuevo la mujer guía – Todo lo contrario. Históricamente está probado que este castillo se construyó primero que el alemán y después se construyó el otro. En realidad el Ministerio de Relaciones Exteriores aún lucha para demostrarlo ante el mundo. Pero por favor, continuemos. Ahora vamos a llegar al histórico puente de San Martín, que da a la izquierda a Bonayre, el barrio argentino, que pueden apreciar a su izquierda.
-       No entiendo, ¿están excluidos los argentinos? – preguntó una dama británica.
-       No, sucede que desde los años 50 hubo varias migraciones de argentinos al reino, y fueron colonizando ese sector, que fue creciendo hasta ser una colonia exclusiva, con casas, plazas y calles en ese estilo, aunque eso no quiere decir que solo vivan personas de ese país. En primer lugar ahora quienes viven allí son sus descendientes y son sabernalenses, y también hay un pequeño porcentaje de orientales, en especial de China. Aunque no se notan las diferencias, se dice que ellos tienen el mejor humor de la ciudad…

La mujer guía es interrumpida por un frenazo del bus, y los turistas se asoman por las ventanas. Afuera, justo en la intersección para acceder al puente, el bus por poco choca con un carro de color rosado. De allí sale una mujer bien arreglada, pero muy enojada.
-       ¿Qué demonios les pasa ustedes? ¿No ven que estoy cruzando? – la mujer se arremanga – ¡Que salga ya ese chofer que le voy a romper la cara!

La mujer guía se baja del bus y le pide que se controle, hasta que llegue la policía de tránsito.
-       Yo también soy policía, detective Urra, Pamela Urra.
-       Pues yo soy Pilar, Mélani del Pilar, guía turística, perdón, historiadora... bueno, ahora soy guía mientras que...
-       ¡Ah! Se atreve a burlarse de un oficial. Es usted seguramente del barrio argentino.
-       No, soy de un barrio al sur.

Al terminar la oración, suena la sirena de una moto de la policía de tránsito que se acerca.
-       Ah, bueno – dice la detective – Sigan su camino. No voy a llegar tarde por su culpa. Además no pasó nada. Feliz día.

Mélani queda un poco desconcertada, pero se sube al bus en cuanto arranca el carro rosado en dirección a Bonayre. Luego ve la moto, que se dirige a un lugar distinto. La mujer guía se sube al bus a continuar el recorrido, diciéndoles que en media hora llegarán al centro de la ciudad, y que probablemente más cosas singulares llegarán a verse.

El carro rosado se estaciona frente a la estación de policía de Bonayre. Pamela no saluda ni habla con nadie, mientras camina por los pasillos, usando su placa para evadir todos los obstáculos, incluso la puerta del la oficina del comandante.
-       Capitán Saverino. Feliz día.

Un hombre en su escritorio se quita las gafas serenamente y la ve levantando una ceja.
-       Detective Urra, como siempre impertinente. Nunca pensé que la oficina central la asignara a un caso en este sector.
-       Es mi castigo.
-       ¿Cómo dice?
-       Que estoy disponible. Hasta el aire de este barrio es pesado. No sé cómo lo aguanta, capitán. Quiero resolver este homicidio inmediatamente e irme de este lugar.
-       No es un homicidio exactamente.
-       Entonces ¿qué es? ¿Suicidio?
-       No podemos saberlo. Primero hay que encontrar el cuerpo.

Comentarios