La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 33

En el hotel, en el pasado, Miguelángel Cuervo encuentra a Stuart. Duraron un rato hablando hasta que cada uno se convenció que era la persona que venía de Marte y no el de la época. Lo mismo sucedió con Iván, Viana y Jennifer. Para no confundirse decidieron que antes de iniciar una conversación dirían una palabra y el otro la completaba como Carlomagno o Marco Polo. Miguelángel presenta a Diana la Becerra, la hermana Lamba del pasado.
Deciden volver de una vez al marco de madera, pero apenas Diana lo toca este explota bruscamente y aparece una nube amarilla que pronto desaparece. Esta explosión también sucede en el pasado lejano donde se encuentra Paolina y Miguelángel buscando a Miguel y a la ama; en el futuro donde está el capitán Toribio; en el planeta paralelo donde se encuentra Tatiana; y Marte tiembla en la zona comercial y se estremecen las cuevas.
- ¡Oh no! – exclama la Reina Negra – ¡Ha sucedido una grave distorsión en el espacio-tiempo! Yo se los dije. Es muy peligroso viajar de una forma tan insolente por el tiempo.

Paolina se encontraba curando a los policías y a los marcianos que habían luchado cuando escuchó los gritos de la Reina. Ella le dice que de seguro debió morir una de las hermanas lamba. Si murió la del pasado no habría presente, si murió la del presente no habría futuro, y si murió la del futuro no habría un pasado que recordar. Fueron a ver a Diana y se dieron cuenta que era la hermana del presente.
- ¡Madre Épsilon! Sálvala o tus amigos quedaran perdidos en el tiempo, las joyas dejaran de funcionar, olvidaran su pasado, no tendrán en cuenta el futuro y si tienen contacto con alguien que no pertenezca a su tiempo original, ¡morirán!

Tatiana y los demás se dan cuenta de la explosión. Leini le pregunta al Dr. S si conoce alguna forma de volver y sorpresivamente dice que sí. Vuelven a la casa de más de cuatro pisos y él abre un armario de donde saca unos cachivaches.
- Denme un poco de tiempo – dice el Dr. S – Arreglaré esta máquina de positrones y termo cocos, sabía que me serviría para algo. Por eso no la boté. Esto abrirá una puerta ínter dimensional – el Dr. S hablaba mientras con fuerza giraba las tuercas – la programaré para un lugar y fecha y unos códigos para llevarlos a su dimensión, pues es posible que viajemos a estrellas lejanas en esta dimensión o a la luna. Qué miedo.
- ¿Cómo? ¿No han salido de este planeta? – dice Leini.
- Claro que no. Estamos rodeados con tanta agua que podrían salir horribles monstruos si nos alejamos de aquí.
- Eso no es lo que escucharía de un científico – dice Leini en voz baja para que no la escuchara.

Unos minutos después, DavidPalermo le pregunta a Tatiana sobre Germanio. «Sigue sin recuperar la memoria – dice ella – y parece que esta delirando». Ambos voltean a verlo. Ha borrado todos los cálculos del tablero y escriba mientras lee: «I am writing to request information about your hostel. I am planning to visit Irion Mountain from August 4 – 8 and would like to know about your prices and directions to the hostel by public transportation. Thank you for your assistance, sincerely, me Germanio.
- ¿Y si prueba con más remedio ese que hizo?

Tatiana le hace caso y le da de tomar más de su medicina a Germanio. El continúa hablando en inglés y empieza a tocarse la cabeza como si le doliera. Un poco más tarde recordaba a Tatiana y luego lo demás. Cuando el Dr. S terminó de arreglar la maquina, él ya estaba recuperado.

Probaron la maquina en la terraza. Tenía forma de cafetera y por donde parecía salir el café, salió un rayo que formó un remolino azul, como en las puertas. Tatiana, Germanio y Leini entraron. El Dr. S le pidió a David que le ayudara a llevar la maquina al otro lado del remolino.
- ¿Es necesario? Se ve muy pesada.
- Claro que es necesario, o cómo volveré. No creo sus historias de magos y…no es tan pesada.

Al cruzar la puerta todos miraban al frente.
- Esto no es Marte – dice Tatiana, luego ve al Dr. S tocándose el estomago – ¿Se siente mal?
- Un poco. La distorsión que hubo hace poco nos envió a otra fecha y a otro lugar parece. Como no estoy acostumbrado a este ambiente es normal que me sienta mal. No se preocupen… – un hombre aparece y lo interrumpe.
- Hola, hola, turistas. Hoy es un gran día. Mi nombre es Daniel, vendedor de salas y comedores, pero me pueden decir Valdo. Recientemente abrí un hotel cerca del lugar donde se celebrará los cien años de la apertura del primer tren en el país, con un tren de cien vagones, el cual llevara de todo. ¿Les interesa?
- ¿Daniel? – dice el Dr. S – Que nombre tan raro.

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