La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 26

Miguelángel está melancólico al recordar su hermano, diciéndole a David que no lo recuerda mucho, apenas en algunos episodios, como cuando era niño o cuando murió en la explosión del tren de los cien vagones y nunca apareció su cuerpo, aunque admite que todo es confuso y borroso, así que le pide a David que digite una fecha. Diana despierta y Miguelángel la obliga a tocar la puerta. El remolino azul aparece, él entra y Diana se desmaya. La puerta se cierra otra vez.

- ¡Qué tonto! – dice la Reina Negra – Menos mal fue a un tiempo cercano para él. De otra manera habría muerto.
- ¿Por qué? – dice Stuart.
- Porque la edad varía dependiendo del tiempo de destino.

Miguelángel Cuervo sale del remolino azul por un marco de madera con jeroglíficos similares a los de la puerta en Marte. El remolino desaparece y de pronto, el cuerpo de Miguelángel empieza a descender su edad hasta tener su aspecto de siete años. Detrás de él surge de nuevo el remolino azul, un poco más arriba de él, y sale su nave espacial que se dirige hacia el oeste.
- Lo sabía – dice Miguelángel – he regresado a la misma fecha en la que Milwer viajó al pasado después de robar mi nave para ocultarla aquí. Luego mi hermano se la dará al Miguelángel de este tiempo. Lo haría yo mismo, pero no quiero alterar el tiempo”. Una pelota verde lo sacó de sus pensamientos.
- Amigo – dice quien se la lanzó - ¿Me hace el favor?

Miguelángel gira para lanzarle el balón con malicia, mas se ve a sí mismo. Inmediatamente reconoce que es su hermano Miguel.

El capitán Toribio se dirige hacia David Palermo y le dice que coloque la fecha 2116 d.C. Mientras el equipo carga, le hace la conversación y al capitán se le sale el tema de Germanio, al parecer no cae en cuenta. David termina con todo y se aleja de él. Leini está hablando con Jennifer sobre sus aretes, quien se quita uno para mostrárselo, luego llega David y se la lleva. Él le cuenta a su esposa lo que le dijo el capitán sobre Germanio y ella le dice a Tatiana.

Los tres van hacia la Reina Negra y Tatiana le exige saber sobre la suerte de su esposo. Ella le dice que no se preocupe y que no difunda el pánico, pues Germanio cayó en uno de los nueve agujeros negros que llevan a una dimensión paralela. Tatiana no le interesa, sólo quiere ir allá a traerlo.
- Eso es totalmente irracional y peligroso. No sé que pueda suceder por allá.
- No importa. Lo juré en el matrimonio.

Tatiana, junto con David y Leini son guiados hasta otra puerta. La Reina la abre y los tres entran al planeta paralelo. La Reina vuelve a la habitación donde estaban todos nuevamente. Allí ve al capitán Toribio tratando de despertar a Diana para ir por Milwer.
- Es un futuro muy lejano. Usted morirá. Viajar al futuro hará que su cuerpo envejezca hasta morir. Milwer y sus cómplices están usando las joyas de Cronos, rey del tiempo. Cuando estábamos en el juego vi que tenía el collar puesto. Use ese anillo.

La reina señala la mano de Diana. El capitán ve el extraño anillo, se lo quita y se lo pone en su mano rápidamente, justo antes de que ella vuelva a despertar. Apenas sucede, es obligada a tocar la puerta para que abra.

Jennifer recuerda que Leini tiene su arete izquierdo y recuerda que entró por una puerta. Ella cree que si entra al remolino azul llegará a ella. Iván ‘Morcilla’ observa el computador para ver si puede pedir un domicilio. Viana lo empuja cariñosamente para abrazarlo e Iván presiona números y teclas al azar. Jennifer decide entrar al remolino. Stuart la ve y entra con ella. Iván y Viana los ven y entran con ellos. La puerta se vuelve a cerrar y la computadora se sobrecarga y se daña.

El capitán Toribio llega al año 2116. Sale de una tienda de muebles por un marco de madera igual al que vio Miguelángel Cuervo en el pasado. Allí ve que los automóviles siguen andando ineficazmente sobre el asfalto, botando su sucio smog. Sin embargo, las construcciones son más altas, y el cielo está lleno de naves espaciales como la Gibelina.

El capitán camina un poco y percibe su reflejo en un vidrio viéndose más joven, como si tuviera veinte años. Luego ve que tres hombres se le acercan por detrás. El líder es también un veinteañero, mientras que los otros son un poco más jóvenes y parecidos como hermanos, uno con un pequeño bigote y el otro con barba de chivo. El capitán Toribio lo reconoce inmediatamente.

- ¡Stuart! ¿Por qué me siguió? Yo ni me di cuenta – dice.
- Amigos – dice el extraño parecido a Stuart a los otros dos – parece que la golpiza que le dimos ayer en la Casa del Terror lo dejó chiflado.
- Pero entonces, ¿no es usted Stuart?
- Ese fue mi tátara… yo no sé qué, dueño de todas las tierras y… bueno, a usted no le interesa, Brus.
- No, yo no soy Brus, soy el capitán Toribio.
- Esa golpiza fue tenaz – dice el que tenía el pequeño bigote – está peor que de costumbre. Cuéntenos, ¿cómo logró desatarse? Estaba seguro que le había hecho un nudo grandioso.
- Te dije que le hicieras un nudo de marinero – dice el que tenia barba de chivo – No se hubiera soltado ni siquiera el gran capitán Toribio, el hombre que…
- ¡Cállense! – dice el líder – Esto no es una clase de historia neomoderna. Ahora, querido Brus, es la hora de la paliza de hoy.

Al capitán no le queda otra opción más que salir corriendo. Llega hasta una vereda de casitas donde una mujer lo frena y le grita que entre a la casa a almorzar, mientras le reprocha que es la onceaba vez que no llega a dormir. Allí dentro, el capitán Toribio ve las fotos de alguien que se parecía a él. “Debe ser ese tal Brus”, piensa.

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