La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 25

En Marte, Paolina sigue las instrucciones de la Reina y algunos zombis se levantan. El zombi de Yuriana B se le acerca a ella y en ese transcurso se va transformando en una persona común y corriente hasta quedar tan radiante como cuando estaba viva y dice: “He renacido yo, Alfa, semidiosa del agua”.

Luego Cristiano se va transformando en un ser vivo y dice: “He vuelto yo, Gama, el semidiós del fuego”. Germanio es el siguiente en levantarse y dice: “Ya llegué yo, el semidiós de la tierra, Kappa”. La siguiente es Eliana quien se levanta mientras dicen en voz alta: “He regresado al fin, yo, Delta, semidiosa del Éter”. El capitán Toribio es el último en levantarse “Aquí estoy yo, Beta, semidiós del aire”. Yuriana B se acerca y se hinca ante Paolina y ella se asusta un poco.

- Madre Épsilon, nuestra lealtad está contigo. Nuestro renacimiento solo indica que el Coloso ha regresado y estamos dispuestos a ofrecer nuestra divinidad para salvar a los seres que amas, destruyéndolo de manera definitiva.
- Terminen su tarea con éxito – le dice Paolina a los semidioses – Salven a los marcianos, a los terrícolas y toda la vida creada. Estaremos en deuda con ustedes eternamente.

Los cinco semidioses son enviados a la Tierra, la cual se ve totalmente diferente. A pesar de haber sol, el cielo está en una mezcla de rojo y negro y el suelo está todo erosionado. Todo está cubierto de polvo. Allí se levanta un tipo muy grande que comienza a lanzar golpes y gruñidos muy fuertes.

Yuriana levanta grandes columnas de agua del fondo de la tierra y crea inundaciones; Cristiano hace que los rayos del sol caigan sobre él para que lo quemen; el capitán Toribio hace que los vientos del norte y del sur se encuentren levantando huracanes y tornados; Germanio lanza piedras y abre la tierra; Eliana crea vacios y mezcla los poderes; pero nada parece hacerle daño.

Después de horas de lucha, todos deciden usar el poder Omega, capaz de destruir cualquier cosa, pero nuevamente tendrán que usar toda su fuerza y quizás sacrificar sus divinas almas. Unen sus manos y atacan a la vez, saliendo un enorme rayo que ilumina todo alrededor.

El Coloso cae al suelo y queda despedazado, aunque varias partes se siguen moviendo como un animal agonizante. Mientras todos se agradecen unos a otros, el Capitán Toribio, aseguró que debieron usar el poder desde el principio, aunque le ha costado la vida a Delta, a Alfa y a Gama, e incluso él se encuentra muy débil.

El brazo del Coloso casi destruido se levanta repentinamente, toma a Germanio por la espalda y lo lanza fuera del planeta. Con su último esfuerzo, el semidios que viaja sin control como un proyectil hacia el espacio, crea un gran terremoto que destruye finalmente al agónico monstruo, haciéndolo desaparecer entre la tierra y el polvo para siempre.

El resto de ellos regresa automáticamente a Marte y la Reina Negra le pide a Paolina que use el conjuro número trece. De esa manera, los semidioses descansan en paz, los zombis se deshacen y los demás vuelven a la normalidad. El capitán Toribio recupera su fuerza, le cuenta todo lo sucedido a la Reina Negra, quien anuncia que, sin el Coloso, los terrícolas se sanarán y los zombis regresarán a la muerte. Respecto a Germanio, revisará sus anotaciones para saber qué hacer, pero pide que nadie más lo sepa.

El capitán desea ahora capturar a Milwer sin perder tiempo, y Paolina le dice a él y a Stuart que Milwer, Driana, Omairo y Diana entraron por la puerta sur que está cerrada.
- ¿Ahora cómo entramos? – dice Stuart.

La Reina Negra dice algunas palabras y la puerta se abre. Adentro ya no está la Gibelina, pero todos ven a Diana corriendo hacia una de las puertas donde hay un remolino azul. El capitán Toribio le dispara en una pierna y Diana cae inconsciente.
- ¡Por Dios! – grita la Reina Negra – han abierto una de las puertas del tiempo.

La puerta se cierra apenas cae Diana, mostrando muchos jeroglíficos. Allí hay varios cables pegados que dan a una computadora.
- Parece que Diana es una hermana Lambda – dice Paolina.
- Milwer ha escapado. ¿A dónde irá ahora? ¿Al pasado, al futuro? – dice Jennifer.

El capitán Toribio ordena a sus policías revisar el lugar, pero no encuentran nada. Entonces recuerda el sobre que halló en la nave. Lo saca, lo abre y lo lee para sí.
- 2116 d.C. – susurra.
- Ah, claro. Ya veo – dice Miguelángel Cuervo – antes no entendía como habían dos naves como la mía. La mía es única, me la regaló mi hermano cuando era niño. Obviamente no la usé hasta hace veinte años. Seguro Milwer la robó y la dejó en el pasado. Allí mi hermano se la habrá robado a él y me la daría a mí. Recuerdo ese día. Me dijo que era una planta para que así yo pudiera esperar todo ese tiempo.
- Puede ser, pero huyeron en otra nave – dice David.
- Pudo ser antes o después de que llegamos. Según la revista Motores y Aves, el modelo de mi nave no saldrá sino de hoy en dos años.
- Sí, sí, sí, ya entendimos – dice sarcásticamente el capitán Toribio – Su Majestad, abra esa puerta que quiero entrar.
- Ya le dije que no puedo abrir esa puerta, y con esa actitud jamás se la abriría a usted. Además no deben entrar así de frescos. Se confundirían con misterios imposibles.

David Palermo va a revisar la computadora. En ese momento, Diana despierta y dice: «Señor, ¿Qué clase de corte quiere?» y vuelve a caer. El capitán llama a uno de los policías con el historial de ella y lo lee. Dice que Diana tenía una peluquería y su novio la obligaba siempre a dejarlo calvo, hasta que la traumatizó y empezó a dejar calvos a todos, de ahí su apodo: Diana la Calvo. Luego Milwer apareció y la salvó ayudándola a escapar luego de que ella, al parecer, matara accidentalmente a su novio.

Palermo asegura que ya está todo preparado, según el programa de la computadora era sólo escribir la fecha, y que Lamba colocara la mano en un símbolo específico. “Imagino que lo que quieres decir es que Diana debe colocar la mano en un símbolo de la puerta”, dice Paolina. La Reina se lo confirma con un movimiento de cabeza.

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