La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 24

Josué le pide a Juan ir con él y juntos llegan al estadio. Uno de los jugadores que estaban allí lo ve y le dice a Juan:
- ¿Qué paso ahí? Entró con un gordo y salió con un niño. ¿Es una puerta a la dimensión desconocida o qué?
- ¡No soy un niño! – le dice Josué.

En seguida, la Rojísima Médula Oblongada y el Azul Hipocampo Malhumorado se enfrentan en el estadio de fútbol Rey Monfort. Juan ya entró a jugar para su equipo y Josué se divierte mostrando sus habilidades con un balón para que lo dejen entrar. El director técnico del equipo rojo ve a aquel muchacho y ve que tiene habilidades.

Con algunos engaños consigue que Josué se coloque una camiseta roja y entre a jugar contra Juan. El medio tiempo se acaba y salen los jugadores para enfrentarse. El marcador del primer tiempo había quedado 23-22 ganando el Azul Hipocampo Malhumorado.

Empieza el partido y Juan es el único que comprende que Josué ya no es un niño. Los dos son tan buenos que no se dejan anotar goles. Cuando se cansan empiezan a derribar a sus compañeros y rivales, pero los jueces están tan sorprendidos que no se atreven a sacarlos. Es un juego tan bueno que sería penoso acabarlo.

Luego sólo quedan dos arqueros y los dos jugadores con el balón. Ahora que no tienen estorbos empiezan a anotar goles, a los diez minutos hacen 5-7, a los veinte hacen 14-18, a los treinta 21-20, a los cuarenta 27-25. Casi completando una hora quedan 29-30, ganando la Rojísima Medula Oblongada. Josué se le sale el balón del perímetro y es necesario un tiro libre por parte de Juan. Él anota un gol, quedando empatados.

Un juez va a hablar con ellos y les dice que el partido ha terminado porque necesitan desocupar el estadio, pues hay personas enfermas con el Querubín Rosado cerca. Juan le dice que haga lo que es debido y van a tiempo extra y luego a penaltis, pero no desempatan. Los jueces dicen que el partido será pospuesto hasta que pase el tema del Querubín Rosa, y no dejaran jugar a Juan ni a Josué.

Ellos se dan la mano y dicen que disfrutaron el juego y que dejaran la revancha para después. Josué se va con sus nuevos compañeros a celebrar el primer empate de los azules y que Juan no volverá a jugar contra ellos. No obstante, uno de sus compañeros esta triste, y Josué trata de consolarle. Sin darse cuenta, aquel muchacho le empieza a contar la historia de su vida.

- Si mi padre estuviera aquí – dice él.
- ¿Lo extrañas?
- Por supuesto que no. Él era un idiota que se fue al dejar embarazada a mi madre y mi madre me abandonó al nacer. Crecí con mis abuelos. Mi abuelo ya murió, mi abuela está loca y ya tiene un pie en la tumba.
- ¿Ya has buscado a tu padre?
- Traté de hacerlo, pero me enteré que ya murió también, al caer hace años por unas escaleras. Desafortunadamente lo único que tengo de él es lo que no me puedo quitar.
- ¿Qué cosa?
- Mi nombre. Es el mismo: Cristiano de los Alpes.
- ¿De los Alpes? Ese es el apellido de mi prima Driana.

En ese momento, dicen que el estadio ya tiene el virus y por seguridad nadie puede salir. Precisamente, el joven, que se había estado tocando el corazón, siente un ataque y se desmaya, como le ha sucedido a todos a su alrededor. Pronto los demás también sucumben a la enfermedad del Querubín Rosado.

Momentos antes, Karina ha salido de la cueva a su camerino del auditorio para conciertos Nota Gruesa, su representante entra agitado y le pide que se prepare para cantar su treintaidosava canción. Entonces Karina se asusta porque descubre que por primera vez su voz está fallando.

Las bailarinas que acompañan su show le sugieren varias alternativas y al final se decide por tomar acido hipo ferroso con pentobromuro de manganeso y ralladura de limón. El efecto de la mezcla le cambia la tonalidad de su voz pop a una elegante ópera y su público se altera, al notar que la música tenía mensajes subliminales que la hacían ver hermosa y que cantaba bien.

Aprovechando la evacuación del virus, todos lo usan como excusa y la dejan abandonada, hasta su representante y casi todas sus compañeras, excepto una, que le dice que deben evacuar, pero Karina dice que no se irá hasta que regrese su marido. Su amiga acepta y durante la espera conversan de cosas triviales. Tras diez minutos, Karina ha acaparado todas las conversaciones hablando de él.

- Nunca olvidaré cuando conocí a Miguelángel, mi segundo esposo, pero mi primer amor. Hace unos años planeaba secuestrar todos los niños de su pueblo para presionar a la policía y lograr que encontraran el cuerpo de su hermano que estaba desaparecido. Uno de esos niños acudió a mí corriendo buscando ayuda desesperadamente y Miguelángel lo estaba siguiendo. Aquel hombre se detuvo frente a mí y nos vimos a los ojos. Fue amor a primera vista. Le ayudé con sus problemas y aceptó que el cuerpo de su hermano jamás iba a aparecer. Días después me case con él, mientras devolvíamos a los niños a sus casas.

En ese momento se da cuenta que estaba hablando sola, pues la mujer que la acompañaba se asustó tanto con la historia que se fue del sitio. Karina empieza a deprimirse pensando que todos la están abandonando y que su esposo también lo ha hecho, así que no hay nada que hacer.

Triste se va del auditorio y toma un taxi para irse al hotel, pues su limosina ha desaparecido. En el trayecto Karina se da cuenta que no tiene dinero en su bolso y el taxista la hecha a patadas. Camina hasta un parque que no había visitado antes. Se encuentra en el distrito acaudalado de Ciudad de Tívecre. Se sienta en una banca e inicia su monologo.
- Estoy sola. ¿Por qué hasta ahora me doy cuenta de esto? Nada era cierto. ¡Maldigo al que puso esos mensajes en mis canciones!

Karina esta despechada y comienza a cantar ahí mismo, pero sus canciones suenan como una de las mejores óperas antes escuchadas y la gente de alta sociedad, que está esperando el aterrizaje de un avión para irse del planeta a una base secreta en la luna, la rodea para escucharla, aunque ella piensa que sigue sola y no ganará nada cantando.

Uno de ellos llama por su móvil a un amigo y le dice que debe venir inmediatamente. El amigo del hombre llega en menos de cinco minutos en un elegante carro negro y Karina no ha dejado de cantar. Cuando termina su extraño concierto recibe los aplausos y halagos más sinceros de su vida.

El hombre que hizo la llamada se acerca a ella y le besa la mano, diciéndole que se ha enamorado de su voz. Luego llama a su amigo, quien no es más que uno de los mejores representantes y productores conocidos. Este hombre le propone un gran negocio a Karina. Ella se siente totalmente extraña por ese rarísimo cambio, pero acepta complacida.

- Oh no. Tengo que estar en Arabia en seis horas. ¿Es mucho problema si te vas conmigo ahora? No me dejaré infectar de este virus. No te lo pediría así, pero es que…
- En este momento no tengo nada. Me lo han… robado todo y no me queda ni dinero.
- No te preocupes. La ópera es lo que da más dinero. La gente de alta sociedad paga bastante por escuchar una voz como la tuya, y créeme que bastante para nosotros no es nada para ellos, así que en menos de nada serás poderosa. Tanto como yo.

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