La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 20

El capitán Toribio sigue las antorchas hasta que ve la salida del largo tramo. Camina sigilosamente, pues va solo. La salida da a una gran habitación y ve allí la estática silueta de una mujer. Él se alarma y alista su arma, pero ella corre hacia la derecha ocultándose detrás de una caja.

Aunque inicialmente piensa que se ha escondido de él, luego nota que no es así, sino que ha sido de algunos guardias alrededor de una pequeña nave espacial, la cual está marcada a un lado con el nombre de ‘Gibelina’. El capitán también se oculta mientras recuerda la investigación sobre Milwer, que detalla un vehículo de su propiedad con ese nombre. No tardó en darse cuenta que estaba en su escondite y detalló la nave espacial.

La Gibelina era una nave para máximo cuatro personas que, por su pequeño tamaño, no podía salir al espacio. El capitán, que ya tenía ese conocimiento, no pudo determinar cómo la pudo haber traído Milwer desde la Tierra. En ese momento le sonó su radio, con un sonido bajo y sordo.

“Capitán, estamos informando desde la segunda nave policíaca con destino a la estación Tirribeglo. Le avisamos que una de las naves-autobús se ha averiado, pero hemos interceptado a la nave Démeter para un trasbordo. También le avisamos que estamos justo al lado de la nave de Miguelángel Cuervo, la cual tendremos vigilada”.

El capitán respondió y solicitó refuerzos para registrar el lugar, pero nadie respondió, aunque ajustó el radio que presentaba interferencia. Después cayó en cuenta de una cosa.
- Si esa nave está en el espacio, entonces ¿cuál fue la que seguimos desde la Tierra?
- Seguramente una nave igual – dice Eliana, que estaba observándolo detrás de la caja.

El capitán Toribio se acercó un poco más a ella. Por primera vez la vio y por segunda vez se enamoró como lo hizo de Yuriana B.
- Quieres decir, ¿una nave idéntica para que pensáramos que había sido Miguelángel Cuervo?
- Sí, una nave gemela.

El capitán le pregunta a Eliana que porqué se oculta y ella le dice que vio a los hombres armados. Él le pregunta si ha visto una mujer y le hace una descripción. Antes de terminar ella le dice que sí, que la mujer se llama Paolina y está acompañando a la Reina Negra.

En la nave Démeter, Jennifer recibe a la gente de la nave-autobús que se averió. Entre la muchedumbre está Germanio. Tatiana lo ve y se pone a hablarle, pero él piensa que ella le ha fallado cuando lo abandonó en la estación del tren.

Tatiana le explica más de siete veces y él por fin entiende. Hacen las paces y en una hora llegan a la estación Tirribeglo. Al estacionar la nave en el lado izquierdo aparca la nave de Miguelángel Cuervo y en el derecho la nave policial.

Tatiana es la primera en bajar de la nave y ve a los policías bajando una caja de la nave. Ella recuerda la caución y se esconde lo suficientemente cerca de ellos para escucharlos. Uno de los policías ajusta su radio y logra comunicarse con Toribio.
- ¿Capitán? Hemos llegado. Bien. Vamos para allá, coordenadas anotadas. Bien, la Reina Negra. Sí. Cambio y fuera – cuelga el radio y les dice a los demás: – Muchachos, terminen de bajar el transporte. Debemos contactarnos con el tonto del capitán.

De la caja sacan una serie de grandes piezas que arman rápidamente, quedando como un pequeño carro. 

Tatiana recuerda el tema de la Reina Negra y le pide a Jennifer y a Germanio que la acompañen.
- No puedo – dice Jennifer – tengo muchas cosas que hacer: encargarme de la nave, encontrarme con mi esposo y mi hijo… etcétera.

Su esposo sí está dispuesto a acompañarla mientras ven que de la otra nave bajan Miguelángel y Omairo y toman un curioso transporte llamado martaxi. El carro policial ya ha arrancado y Tatiana y Germanio detienen otro martaxi y los siguen.

Un poco más tarde, los policías se bajan del carro y entran al lugar de obras y entran a una de las alcantarillas. Tatiana piensa hacer lo mismo, pero antes un grito los detiene. Se trata de Iván que viene con Viana tomado de la mano. Se ponen a hablar como media hora adelantándose en todos los temas y luego Tatiana recuerda seguir a la policía, pero se da cuenta que los ha perdido.


Viana saca una linterna de su bolso y dice que así será mejor entrar. Los cuatro entran y siguen las pisadas de las botas hasta llegar a la cueva de los marcianos donde estos están apilando los cuerpos de los policías. Ellos se asustan y se van por un rincón.

Cuando escuchan que alguien los ha visto y los van a atrapar, Viana les dice que lo mejor será entrar a aquel hoyo con forma pentagonal, y lo hacen ya no siguiendo a los policías sino tratando de esconderse de los marcianos.

Pasan el túnel y llegan al mismo lugar en el que está el capitán Toribio, Eliana y algunos policías. El grupo de Tatiana los ve, pero el capitán y Eliana no, ni pueden reunirse, pues se han aproximado los guardias, por lo que se esconden tras unas cajas a la izquierda.
- Oh no, Eliana fue arrestada – dice Tatiana.
- Dios mío, realmente es idéntica a Yuriana B – dice Iván.
- Pues claro, ella es su hermana gemela.

De repente una mujer sale de otra cueva seguida de diez hombres armados por detrás de la Gibelina. Tatiana se sorprende al ver que los policías también se ocultan por el lado derecho. El capitán ve a Tatiana y ella lo ve a él y ambos se ocultan al tiempo.

La mujer extraña les dice a los diez hombres que la Gibelina esta lista para ser abordada. “Quiero que todo esté listo. La comida, las bebidas, los cócteles, los gorritos coloridos, la ropa y el perro, pero ¿Aún están aquí? ¡Rápido!, ¡Muévanse!”
- Sí, señorita Diana – responde uno de sus hombres.
- ¿Dijo Driana? – dice Iván desde su escondite – ¡¿Hija, estas aquí?!
- ¿Quién dijo eso? ¿Quién está allá? – pregunta Diana, con su voz de mando – ¡Respondan! ¡Elio, vaya a ver qué pasa!

Todos los que están ocultos empiezan a moverse sigilosamente. Elio regresa con una mujer agarrada por el brazo.
- ¿Eliana? – dice Diana.
- ¿Diana? – dice Eliana.

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