La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 8
Al funeral son invitados Stuart y Jennifer,
quienes estaban en su mansión de Los Ángeles. Cuando suena el timbre, Leini
abre la puerta pensando que son ellos, pero es otra persona: David Palermo, que
viene a cobrarle al Capitán Toribio.
Ella le dice que ahora no es posible. Está
alterada, pero al ver a David empieza a sentirse mejor. Él le pregunta si está
bien y ella se desmorona en su hombro para llorar. El gerente de la joyería la
tranquiliza como lo hacía cuando fue alguna vez empleado en una funeraria. Ella
lo invita al funeral.
- ¿Me va a costar algo?
- Claro que no – responde amablemente.
El Capitán Toribio, mientras tanto, es llamado
por su superior que le ordena investigar el paradero de Miguelángel Cuervo.
Driana ve al capitán y le llama la atención su brazo izquierdo, que está
hinchado por las vendas bajo el uniforme.
A ella no le agradó nunca Yuriana B, así que
se pone a ver la farándula. En ese momento llega Josué, como siempre con sus
guardaespaldas y dice: “En mi casa todos los televisores son tan grandes como
su teibol”.
- ¡Cállese! ¡No ve que estoy viendo la televisión!
En ese momento, Germanio le comenta a Omairo
que la verdad nunca vio a la tal Yuriana y que no la verá en el cajón porque
para él es de mal augurio. Josué se toca el cuello por instinto y se pregunta
dónde dejó el collar y se lo pregunta a la tía Tatiana. Ella no sabe
responderle y va a buscar el suyo en su joyero, pero tampoco lo encuentra.
Suena el teléfono y Leini contesta, es Paolina
quien le pide ayuda, pues dos hombres están en su casona. La conversación es
algo confusa, pues dice que Cristiano es uno de ellos. Al momento de decir el
nombre de la otra persona se corta la llamada.
Leini se lo dice a Tatiana que, apenas se
entera, dice que saldrá de inmediato a la casona en El Pinar. Germanio y Omairo
están detrás de ella y se ofrecen a llevarla hasta allá y ella accede. Ella no
se sorprende de que la estuvieran siguiendo, pues lo habían estado haciendo en
los últimos días.
Al llegar a la casona, encuentran a Paolina
tirada en el suelo. Germanio llama una ambulancia. Tatiana llama al capitán,
pero no está disponible, además, Omairo la tranquiliza al decirle que no hay
rastros de violencia y que los objetos de valor siguen donde deberían estar.
Tatiana nota que en verdad no vinieron a robarla. “¿Por qué habrá dicho
Cristiano?”, se pregunta.
Omairo regresa en el carro a la casa de más de
cuatro pisos, y Germanio se queda acompañando a Tatiana. Él nota algo en el
brazo derecho de Paolina mientras viajan en la ambulancia. “Inaudito –dice
Germanio – una mujer como ella no parece que se hiciera tatuajes”. Tatiana se
pregunta qué tatuajes y le observa el brazo derecho. Es un ojo cerrado, rodeado
de un circulo con los diseños que ha visto en su amuleto: el Ojo de Pandora.
En la casa, Leini ve a Jennifer y comienza a
sentir envidia por sus zapatos, su bolso, su chaqueta y hasta su cabello, y no
se da cuenta que ella se acerca y la interrumpe para pedirle opinión sobre su
nuevo bolso parisino.
- Si, es bonito – dice Leini con algo de hipocresía – pero yo tengo uno
mejor.
Por otra parte, Juan se siente solo, pues ni
su padre ni su madre se encuentran con él, y al recordar su petición se siente
aún más culpable por la muerte de su madre. David Palermo, quien no conoce la
situación, pero que ya la ha vivido, habla con él y lo calma. Leini observa la
escena y empieza a sentir admiración por el invitado, sin darse cuenta empieza
a enamorarse de él, que también le sonríe cuando la ve.
Entre tanto, Tatiana vuelve al hospital Mundo
Físico y se encuentra con el doctor que trató a Yuriana B. Él le entrega un
sobre secreto que ella le pidió que solo le entregara a Tatiana ese día y en
ese momento, y se sorprenden por las condiciones tan específicas se habían
acabado de cumplir.
Tatiana lee el contenido, pero parece que está
en clave, pues dice: Grecia, Atenas, Caja, Hefestos, Epimeteo. En ese momento
ve al Capitán Toribio que se dirige a la habitación 402, donde esta Karina.
Ella lo sigue para contarle, pero él cierra la puerta. Observa por el vidrio de
la puerta que él está haciendo su investigación y que Karina también tiene el
Ojo de Pandora en el brazo de derecho un poco más abierto.
Sale de allí y le pregunta al doctor que tienen
las personas con el tatuaje. “No me había dado cuenta, pero parece que todas
las personas que tienen el tatuaje poseen la misma enfermedad, algo que no
sabemos que sea. Sólo sabemos que es un virus que envenena el cuerpo poco a
poco”.
Luego le pregunta a la enfermera y ella le
dice que esos pacientes están entrando por decenas, al parecer es una pandemia.
A las seis de la tarde, cuando el doctor le promete a Tatiana que Paolina
mejorará, ella regresa con Germanio al funeral en la casa y se anima al ver a
su hermana y su cuñado. Se ponen a hablar de todo, desde que no se veían.
Esa noche, cuando todos duermen, Marisa
despierta por un sonido proveniente de la cocina, enciende la centenaria vela
que alumbra en blanco que estaba en el cajón de una mesita y entra a la cocina.
No puede creer lo que ve: al principio piensa
que son dos ladrones, pero al acercarse más, ve que son Nancy y Deibyd, no
fantasmas sino zombis, la tercera persona está de espaldas.
Esta persona al girar es reconocida por
Marisa. Ella no lo puede creer y va a gritar, pero este misterioso ser la toca
con la palma de la mano en el brazo derecho y ella cae al suelo.
Por la mañana Tatiana va a preparar el
desayuno y encuentra a Marisa en el mismo estado, con el Ojo de Pandora tatuado
y semiabierto donde fue tocada.
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