La Casa de más de Cuatro Pisos - Parte 6

El Ojo de Pandora

La visita que llega es nada menos que Josué, el hijo de Stuart y Jennifer que viene a pasar las vacaciones con ellos, junto con dos guardaespaldas traductores llamados Germanio y Omairo.


Tatiana reconoce a Josué inmediatamente por el amuleto que tiene en el cuello en forma de porción de pizza y ella saca uno igual de su bolsillo, que usa de llavero. Yuriana B siente algo raro al notar los amuletos y la interroga.

La mujer se remonta a su pasado. Le cuenta que antes de irse del orfanato, a ella y a su hermana les entregaron aquel amuleto con forma de medio círculo y relieves de diseño, diciéndoles que era lo único que habían heredado de sus padres.

De pronto se les cayó y se partió en dos partes iguales. Primero se asustaron, mas luego notaron que se podía unir y separar sin ningún problema. Desde entonces, Jennifer conserva una parte y Tatiana la otra.

Al principio a Josué le cuesta trabajo hablar con la familia, pero unos días después ya está hablando un español fluido y es insoportable por ser pesado y engreído.

Le dice a Marisa que quiere conocer la tumba de sus abuelos y ella se lo comunica a Tatiana quien queda atónita porque nunca supo donde estaban enterrados ni tuvo los medios suficientes para buscarlos, pero el Capitán Toribio le ofrece ayuda y junto con sus detectives averiguan que están en la parte pobre del cementerio Cuervos Azules.

Al llegar allí se enteran que todas las tumbas fueron saqueadas hace varios años, entre ellos la pareja Mendoza. El capitán revisa los documentos y encuentra que a los cuerpos se les hurtó las joyas, pero que fueron encontradas esa misma noche en un rincón.

Todas las joyas estaban descritas detalladamente en el documento y frente a cada una estaban los dueños de las mismas. No estaba allí el nombre de los Mendoza, así que dedujo que no tenían joyas en la tumba. El papel mencionaba también que las joyas fueron regresadas a los descendientes de los difuntos, pero las que no fueron reclamadas fueron guardadas en la caja fuerte del banco Nacional.

Yuriana B se pone a charlar con Tatiana y cuando se acerca Josué se pasma porque siente la mitad del poder de lo que ella llama conoce como el Ojo de Pandora, capaz de cosas increíbles como darle vida a los muertos. Josué pide entonces que revivan a sus abuelos para conocerlos y jugar con ellos.
-       Eso no es así – dice Yuriana B – resucita la carne, pero quedan sin sentido.
-       Ah, como zombis.

Al día siguiente salen a caminar los Yuriana B, Tatiana, Josué y Omairo, pues Germanio se queda a preparar el almuerzo. De la nada, a Yuriana B le da un ataque de pánico y queda inconsciente. En el hospital Mundo Físico despierta alarmada y desesperada diciendo que en el lugar donde cayó está la otra mitad del Ojo de Pandora, pues al pasar por allí sintió aquel horrible poder.

Su esposo va a investigar y observa que el lugar del suceso es la joyería El Rubí Grisáceo, frente al cementerio. El gerente que la maneja es David Palermo, un avaro muy conocido en la zona comercial.

El Capitán Toribio le interroga sobre las joyas describiéndolas tal como las recuerda. David Palermo le muestra una gran cantidad de estas que son parecidas hasta que bajo el vidrio grueso, aparte del grupo halla las otras dos partes del Ojo de Pandora, pero el gerente no está de acuerdo en mostrárselas.
-       Estas no se venden – le dice.

El Capitán pensó que él sabía sobre el secreto de las joyas, pero luego se entera que no las podía vender por ser pruebas del robo del cementerio, le dice que tal vez con un permiso policial. Toribio le muestra su placa de Capitán de policía y Palermo pone más costoso el precio. El capitán relee el documento del caso del cementerio al que le había sacado una copia, pero allí no aparecían las joyas.

-  ¿Cómo las consiguió? – pregunta el capitán.
-  Las compré – le dice mientras las empaca – Es un misterio. Cuando el cementerio fue saqueado todas las joyas aparecieron en un rincón, pero estas dos las encontraron más alejadas del resto, como si las hubieran arrastrado desde allí, se hubieran cansado y las hubieran dejado.
-  ¿Cómo lo sabe?
-  Vi las marcas del arrastre desde donde estaban las joyas y… - de repente se calló, cerró el paquete y continuó – quise decir, me lo dijeron. Gracias por venir.

El Capitán sale de allí con los bolsillos por fuera, pero ha logrado comprarlas. Luego un ser sobrenatural se le presenta frente a él, con una túnica oscura que no le deja ver la cara, solo sus ojos verdes y portando unos guantes muy extraños.

-  Mis joyas, aquí están. Ahora sí puedo tomarlas. Dámelas o sufrirás.

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