Un Príncipe de Acero - parte 2
No era totalmente cierto que fueran
dos legisladores. En realidad se trataba de Nando Gonsández un legislador que
había estado varios periodos en el Consejo, y Káterin Leiton, reconocida
expresidente del emporio empresarial de Aceros Limpios Inc, a quienes Mauro
conocía perfectamente, pero que en realidad nunca había tratado.
-
Buenas noches, lamentamos venir sin cita previa
– dijo Nando, sonriendo.
-
¿Es usted Mauricio Ferro? – preguntó
directamente Káterin.
-
En realidad es Mauro Ferro.
-
Por favor, discúlpela por ser tan directa. Somos
los directivos del Partido Tradicionalista. Ya debe estar enterado de la
situación, espero…
-
¡Ah sí! Su candidato ganó las elecciones, los
felicito, pero ¿por qué me incumbe?
Los
directivos se miraron de frente, atónitos.
-
Eh, sí – continuó Nando – nos referimos al otro
tema.
-
Pues no sé a qué se refieren, y debo pedirles
que sean claros y no sigan con tanto misterio.
-
Señor Mauro, usted es quien debe firmar la
autorización para que Daniel Taborda sea Primer Ministro – dijo Káterin – Usted
es el representante de la familia real en este momento.
-
¿De qué hablan? El rey se encarga de esas cosas.
Yo no tengo nada que ver.
-
Su Majestad murió en la madrugada – dijo Nando –
mañana se hará el anuncio formalmente para evitar el choque con las elecciones.
La princesa Ivonnet está tramitando su regreso dentro de dos meses. El
siguiente en la línea es usted, el príncipe Mauro Sasure.
-
Es Mauro Ferro.
-
Sus padres o su abuelo debieron cambiar el
apellido – dijo Káterin – pero es innegable, comparten el mismo bisabuelo: el
barón Héctor Sasure, duque de Priana, de Refiana y Monte Horú.
Mauro
se levantó de su silla, y empezaba a dar vueltas. Podía ser posible, pero no
podía creerlo. Vivía modestamente, cuidado siempre por su nana, pues sus padres
se habían ido hace tiempo, así que no tenía más remedio que creer lo que le
decía nana acerca de sus orígenes, que nunca incluyeron nada acerca de la
familia real.
-
Aunque fuera cierto, ¿Por qué lo saben ustedes
primero, antes que yo?
-
Personalmente, señor Mauro, supusimos que ya lo
sabía – dijo Nando – Por eso vinimos cuanto antes a mostrar nuestro total apoyo
a las decisiones que tome en bien del reino, bueno, mientras regrese la
princesa Ivonnet y tome posesión de la corona.
-
Mañana debería
firmar la posesión – dijo Káterin.
-
No debería
alarmarse – continuó Nando – ¿Ha escuchado del programa que le ofrecen a los
estudiantes de ser rey por un día?
-
Soy ingeniero, no
soy administrador ni político…
El teléfono móvil de Káterin empezó a sonar y ambos visitantes
se levantaron. Ella no contestó.
-
Fue un placer
conocerlo, señor Ferro. Debemos marcharnos ahora y seguramente esperamos verlo
en la mañana.
Nando y Káterin no se despidieron y salieron del
apartamento. Mauro continuó viendo por la ventana. Notó cuando ambos se
subieron a una camioneta negra que arrancó seguida de dos policías en moto.
Un rato después se estacionaron de la misma manera
tres carros negros bastante lujosos.
-
Apuesto a que van
a subir también.
-
¡Nana!
-
Es una
corazonada.
De uno de los carros salió un solo hombre que entró al
edificio con un maletín. Efectivamente, al momento sonó el citófono. La mujer
contestó y al rato regresó con Mauro.
-
¿Qué te he dicho?
Es un representante de la familia real.
Minutos después golpearon a la puerta y la nana abrió.
Él saludó cortésmente a la mujer y ella lo dirigió con Mauro, quien lo primero
que hizo fue presentarse estirando la mano.
-
Buenas noches, mi
nombre es Mauricio Acero. Qué
casualidad, ¿no le parece?
Mauro no respondió, pero al señor Acero pareció no
importarle. Se sentó en el sillón más cercano y colocó el maletín sobre la
mesita de té. Lo abrió y empezó a leer en voz baja.
-
¿Qué desea usted?
– preguntó Mauro.
-
Disculpe, estaba
revisando los documentos que debo entregarle. Pues bien, debo darle un par de
noticias. En primer lugar, el rey Leonardo V se encuentra en una grave
situación de salud…
-
Pensé que había
muerto.
-
¿Cómo dice?
-
Nada.
-
Por supuesto.
Debido a esta particular situación, necesitamos un representante de la familia
real en el aspecto administrativo. Esperábamos que para esta fecha ya hubiera
regresado la princesa, pero ya no que no es así, el Comité de Búsqueda de
Familiares Reales, encontró que usted es el siguiente en la línea de sucesión.
Lógicamente es un trabajo temporal, hasta que regrese la princesa Ivonnet.
Usted recibirá los beneficios reales, un salario íntegro y el título de
Príncipe Soberano, Duque de las cinco Provincias del Reino de Sabernal y barón
de Tívecre. Además tendría que hospedarse momentáneamente en el Alcázar. El
coche está preparado para marcharnos hoy mismo.
Ferro sintió que le temblaron las piernas.
-
¡Un momento! Ni
siquiera he aceptado. Yo no quiero tener nada que ver con la política de este
país.
-
Infortunadamente,
como ciudadano debe cumplir con la ley y tomar posesión de su cargo temporal.
No hacerlo es un crimen de lesa majestad.
-
¿Y qué pasa si
tomo una decisión equivocada?
-
No se preocupe.
Tendrá a su disposición una serie de asesores que se encargaran de los temas
administrativos. Usted únicamente tiene que firmar, participar en las reuniones
y hacer actos de presencia.
Mauro tomó un poco de aire. Caminó un par de veces
alrededor de la sala.
-
Estoy en medio de
un proyecto laboral…
-
Puede continuar
haciéndolo desde el Alcázar – Mauricio cerró el maletín – El tiempo apremia.
Mauro finalmente aceptó con un poco de impotencia, y
le pidió a su nana que le ayudará a empacar. Ella estaba acostumbrada, pues
debido al trabajo de Mauro, debía salir por periodos extensos fuera de la
ciudad.
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