Las Crónicas de la Línea del Cielo - parte 8
Paula y Saris se
besaron luego de horas de indirectas. Desde el primer momento que cruzaron
miradas, Paula defendiendo a Nando y Saris a Káterin, parecía que no iba a pasar nada más, pero cada
una se sintió atraída por la fuerza de la otra. Incluso trataban de evitarse,
pero la casa no era muy grande, así que se encontraban en la cocina, en la sala
y en el comedor.
Incluso fue en ese
último lugar donde terminó la tensión luego de que por error Saris le tumbara
el azúcar sobre el pastel de pollo de Paula.
-
¡Oh no! ¡Mira bien! ¿Qué te pasa
mujer? ¿No ves acaso? ¡Cegatona!
-
¿A quién le dices cegatona? –
respondió Saris poniendo un puño en el mesón.
-
Además de cegatona, tonta. ¿Acaso
ves a alguien más aquí?
-
Ahora sí me la volaste.
Las dos mujeres
empezaron a pelear, una empujando a la otra, hasta que en el calor del momento,
nuevamente se vieron a los ojos y rompieron la tensión con un beso, que fue
detenido por un disparo en la sala. Ambas se separaron y corrieron a buscar a
sus jefes, sin embargo, la puerta de la cocina estaba cerrada.
Horas antes
Al salir de la
reunión, Nando le pidió a Ryan que esperara. Le dijo que ante la situación,
deberían dejar de pelear.
-
Ya no estoy interesado en pelear –
dijo Ryan – Quiero que David me deje en paz.
-
Lo sé, y créeme que voy a
ayudarte. Tengo el plan perfecto para que termines con Cristian y David te
deje, involucra mucha cafeína, vodka y mi poder interno como el actor que soy,
ya sabes.
-
Pues ojalá que te funcione rápido.
David me dijo que los documentos para la adopción ya estaban. Ya sabes cuánto
he querido un pequeñín.
-
Pensé que él no quería niños.
-
Claro que no. Es obvio lo que
quieren él y su padre. Pero debo confesar que tener un hijo… Esa fue la razón por
la que terminé peleando con Cristian.
-
Entonces encárgate de Cristian y
yo de David.
Ryan y Nando se
abrazaron y prometieron no volver a pelear. Ryan se dirigió al patio trasero y
Nandoentró a la cocina, donde estaba Káterin poniendo varias capas de queso a
un emparedado. Estaba todo tan ordenado que no pudo evitar elogiarla.
-
Parece que eres una gran cocinera.
Yo no puedo ni siquiera romper un huevo.
-
¡Ja! Andrés, mi hermano, era
igual. Siempre se le quemaba el agua. Creo que si no me hubiera metido en este
negocio sería gastrónoma o algo así.
-
La policía debe quitar mucho
tiempo.
-
No, yo no soy policía.
-
Tu compañera dijo que eran
agentes.
-
Sí, agentes de bienes raíces.
Andrés también. Por eso lo contrató Esteban, para recuperar la hacienda, y por
eso lo mató Fherro, para evitar que así fuera… – mencionó con algo de tristeza –
ahora llevaré estos emparedados a tu abuelo. Haré las paces con él para
enfrentar la verdadera amenaza.
Nando continuó su
camino y subió las escaleras, donde encontró a Ángel.
-
Corazón, he estado pensando, tú
sabes, no puedes quedarte como guardia de seguridad todo el tiempo, tienes un
don, un obsequio celestial, una voz como tu nombre.
-
Señor, no entiendo lo que me dice.
-
Sabes que tengo contactos con
todos los ámbitos del espectáculo. Periodistas, fotógrafos, estudios, cantantes,
folcloristas, bailarines, de todo. Voy a convertirte en una estrella.
-
¡Que emoción! ¿Está diciendo que
será mi manager? ¿Pero qué pasará con su carrera de artista?
-
Eh, tomaré un descanso. Ya estoy
aburrido de toda la gloria, quiero contribuir un poco. Sin embargo, quisiera
pedirte un favor.
-
Claro que sí, cualquier cosa.
-
Quédate con David, conquístalo,
enamóralo, lo que sea. ¿Será que puedes con eso?
-
¿Qué me está diciendo? Él es un
hombre comprometido, ¿el señor Ryan no será un problema?
-
Absolutamente no.
Nando observó a
Ángel bajar las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando giró Mauro
estaba allí.
-
No sabía que fueras Celestina.
Claro que tu papel, como los demás, no es convincente.
-
O sea, tú te callas mugroso. No
hablaré contigo. Qué horror, no puedo más.
-
No hay que malinterpretar, todos
en tu familia son unos mentirosos. ¿O me vas a decir acaso que no eres hermano
de Jijo?
-
Yo… no sé de qué hablas, no sé
nada.
-
¿También vas a hacerte el inocente
conmigo? ¿Crees que a mí me puedes engañar? ¿Piensas que te puedes salvar de la
catástrofe aparentando todo esto?
-
Te digo que no sé nada – mintió,
mientras se aferraba al barandal de las escaleras para no caerse.
Mauro estaba muy
cerca, pero Nando no podía retroceder más. De pronto, le mostró una foto, donde
estaban los tres hermanos junto con Esteban, con El Edén de fondo.
-
Jijo cree que no sé nada, pero
lograré quedarme con esa hacienda como sea. Hazlo fácil, por mi unión con él,
ya tengo su aval. Solo necesito la tuya y la de Ryan. Una firma… o un
certificado de muerte. Tú decides. ¿Eres el hermano de Jijo?
-
Técnicamente – dijo, casi al
borde.
-
Entonces firma.
Mauro le entregó
las escrituras y con un lapicero, y Nando temblando firmó.
-
Déjame ir ahora, ya no necesitas
nada de mí.
-
En eso tienes razón – respondió
Mauro y lo empujó por las escaleras.
Minutos antes, Ryan
estaba ahora buscando a Cristian, cuando apareció David.
-
¿Qué haces? ¿Otra vez detrás de
ese secretario arribista y bueno para nada?
-
¡Basta! No me importa que no pueda
tener hijos, no los quiero tener contigo, ni quiero tener nada contigo. Nuestro
compromiso termina ahora.
-
No… ¡No! Prometiste que estarías
conmigo siempre.
-
A punta de chantajes. Si quieres
decirle a todo el mundo que soy el culpable de ese crimen, puedes hacerlo,
prefiero estar en prisión que estar junto a ti.
Ryan pasó junto a David, y él lo agarró
desesperado por detrás.
-
Por favor Ryan, dime que me amas…
¡Dime que me amas, imbécil! Dímelo.
-
Cállate y déjame en paz. Tengo que
detener a Cristian antes de que se vaya.
-
¡A quien amas es a mí! ¡A quien
deseas es a mí!
-
No te amo, y jamás voy a regresar
contigo.
-
¡Acéptalo! ¡Acepta que me amas! –
Ryan lo empujó y continuó su camino – ¡Esto todavía tiene solución, no puedes
estar sin mí ni mi belleza! ¡Vamos a ser felices!
A los pocos
segundos pasó Ángel. La expareja ya no estaba ahí y Ángel entró al cuarto de
costura. Encontró a David llorando entre los retazos.
-
Está bien, David. No llores, no
deberías llorar.
-
Ay, eres malo consolando. No
importa. Ya no me importa nada.
Ángel le pasó un pañuelo.
-
Gracias. Estoy hecho un desastre.
Siempre obedecí cada palabra de mi padre, no quería a Ryan, sino alguien a
quien querer. Por eso una noche que estaba ebrio, conduciendo atropelló un
ternero y lo convencí de que era una persona. Con eso lo tuve un tiempo más,
sabía que no sería mucho. ¡Ay! Si nadie me ha querido, ahora va a ser peor.
-
No digas eso, yo te quiero así
como estás, aunque nunca te haría llorar.
David sonrió con pena, cuando escucharon el
disparo.
Comentarios
Publicar un comentario