Las Crónicas de la Línea del Cielo - parte 5

Cristian estaba sentado en un diván leyendo en la habitación de costura que había condicionado Esteban para pasar el tiempo. Inspirado en su novela romántica esperaba que entrara un príncipe azul que lo rescatara, aunque no sabía exactamente de qué. De pronto entró Ryan a la habitación, y se quedó viendo por unos segundos.

-  ¿Qué sucede? Pensé que empezaríamos a trabajar desde mañana.
-  No tiene nada que ver con eso. Estoy… ocultándome de David. Nando me ha dicho que viniera aquí. He tratado de evitarlo, pero me encuentra a cada momento. Estoy harto. A cada momento quiere esto, quiere aquello, me habla de cosas que no me interesan, no es…

Cristian se acercó a él y le puso la mano en el hombro.
-  ¿No es qué?
-  No es como tú, sabes todo lo que me gusta y lo que no.

Cristian lo soltó y sonrojó. Trató de alejarse, pero esta vez fue Ryan quien lo alcanzó y lo cogió de la mano.
-  No te vayas.
-  Estás con él, no es correcto.
-  No quiero estar con David, es que… no puedo dejarlo.
-  ¿Lo amas?
-  No, no es a él a quien amo.

Imprevistamente escucharon un grito que provenía de afuera y ambos salieron de la habitación, rompiendo el ambiente tenso. Primero salió Ryan, y luego de tomar aire y asimilar la situación, salió Cristian, pero en la puerta fue detenido por David.
-  Ey, ¿dónde está Ryan?
-  No lo sé, creo que acabó de salir.
-  ¿Y usted detrás de él como perrito faldero?
-  ¿Ah?
-  Sé muy bien lo que anda haciendo. Le di ese empleo para que me mantuviera informado de lo que hacía, y sin embargo no me ha vuelto a enviar nada. Pero recuerde que es mío. Ni se atreva a hacer algo, a menos que quiera que le diga a Ryan por qué tiene un empleado tan apegado.
-  No pasa nada.
-  Más le vale.

Cristian sintió que algo por dentro se le rompía y salió a ver lo que pasaba, que lo hizo olvidar por un momento lo que había sucedido recién: una mujer acababa de amenazar de muerte a un hombre en silla de ruedas, pero atrás de él Luis Carlos le pegó con un bastón, dejándola inconsciente en el suelo.
-  ¡Idiotas! – gritó Saris y corrió a socorrerla – Es una mujer impulsiva, directa, a veces cruel, pero no es capaz de matar a nadie. Señor Esteban, hablaré con usted, luego de dejar bien a la agente K.
-  Déjela adentro, hay un sofá. Usted y yo hablaremos en la cocina, en privado – dijo Esteban, y se puso en marcha.

Saris levantó a Káterin y le hizo una mirada a Luis Carlos que lo asustó. Pasó al lado de Ryan, quien fue abrazado por David, para que lo viera Cristian. Ryan lo rechazó y regresó a la casa, diciéndole que iba por algo para fumar. David caminó hacia Luis Carlos y lo vio con el bastón.
-  ¿De dónde sacaste eso, papá?
-  Ay, regresa a casa. Voy a devolver esto al vecino.

Luis Carlos entró a la casa y cerró la puerta. Adentro un joven enfermero le ponía una máscara de aire aLeukardo, quien notó que estaba ahí.
-  Tuvo una recaída. No debería fumar, alguien debería decírselo.
-  Jum, no conoces a Leukardo. Toma, Carlos, lo cogí prestado un rato. ¿Puedes entregárselo?
-  Sí, pero no me llamo Carlos, sino Camilo.
-  No me interesa. Quizás quieras ir a la casa de Esteban, escuché de alguien que está golpeado.

Nando observaba a Káterin en el sofá, cuando David se acercó.
-  Es una pena, un dolor, pobre niña, ese cutis de muñeca, inconsciente, dormida, mi bella durmiente, esperando que la besen para despertarla. Seguro en otra vida sería una de mis amistades frecuentes. ¿Te sientes bien, cariño? Parece que no me escucharas.
-  Estoy buscando a Ryan, dijo que iría a fumar, pero no lo encuentro.
-  ¿Otra vez se te perdió? ¿Lo buscaste donde te dije antes?
-  Sí, en el cuarto de costura, antes de este espectáculo, pero no estaba.
-  Pues deberías ir allí nuevamente. Seguro que resolverás tus dudas de una vez, ya sabes, el cosmos, el universo, las estrellas, el sol.
-  Gracias señor Nando.
-  No te preocupes cariño, solo quiero lo mejor para todos.

David partió y Nando sonrió.
-  Ay, pobre niño. ¿Y esta chiquilla? Necesita maquillaje, esta blanca como la leche. ¡Ja! De la bella durmiente a Blancanieves.

Efectivamente, Cristian había regresado a continuar su lectura al cuarto de costura, y unos minutos después entró Ryan.
-  ¿Dónde lo habíamos dejado?
-  Ryan, no estoy seguro…
-  Sé cómo me ves. También me amas, como yo te amo. Ven.

Ambos se acercaron, cuando David abrió la puerta.
-  ¡Desgraciado! – le gritó a Ryan y luego se dirigió a Cristian - Y usted no tiene perdón de Dios.
-  ¿Quién le dijo que estaba aquí? ¡Dígame quién fue porque lo voy a matar con mis propias manos!
-  El que me dio esa información quería que abriera los ojos, quería que viera la clase de persona que son ustedes dos.
-  Tarde o temprano se iba a enterar, primo – dijo Cristian.
-  David, escucha, Cristian no significa nada para mí.
-  No mientas Ryan me acabaste de decir que…
-  ¡Cállese! Te juro que Cristian no significa nada para mí. Tú eres el único que amo en este mundo.
-  ¿Cómo puedes ser tan desgraciado? – dijo David – ¡Cada día que pasa me hace odiarte más y más!
-  ¡Ah! No tengo porque darle explicaciones a nadie. Me voy de aquí.

Ryan cerró la puerta de un golpe, y David se dirigió a Cristian.
-  A usted no le voy a perdonar nunca que no haya sido honesto conmigo desde el principio. Usted sabe perfectamente que Ryan no significa nada para mí.
-  En eso siempre he estado de su lado, siempre lo respeté.
-  Que descaro. Ahora veo que todo lo que hizo fue para sacarme del camino. ¡Cómo pude ser tan estúpido!
-  No puedo negar que he deseado que se fuera de acá, pero es por el inmenso amor que tengo por Ryan. Es que a mi juicio, usted no merece estar al lado de un hombre como él, en cambio yo sí. Yo lo amo y respeto más que a nada en este mundo.
-  Si Ryan es tan importante para usted, váyase con él, cásese con él si quiere. Yo lo único que espero es que esta pesadilla acabe de una vez por todas.
-  Casarme con Ryan… es lo que mi corazón desea con toda su fuerza.
-  Usted, primo, es una arpía. En realidad Ryan y usted hacen buena pareja, los dos me dan asco.
-  Lo único que sueño, es que llegue el día en Ryan se desilusione de usted y se dé cuenta que soy el único hombre capaz de amarlo.
-  Ryan no lo va a amar jamás.
-  No me diga eso, primo.
-  Usted para él no significa nada.
-  Yo sé que él en el fondo me ama.
-  Usted es muy ingenuo, primo. Mucho más de lo que yo pensaba.
-  Se equivoca. Lo que yo quería era que Ryan se desencantara de usted y él mismo lo echara de esta casa.

David finalmente se enfureció y empezó a golpearlo, mientras Cristian también se defendía. El escándalo llamó la atención de Nando, que llamó a los demás para que los separaran. Paula cogió a Cristian y Ángel a David, sacándolo de la habitación.
-  ¡Quítame tus sucias manos! – le dijo David y se quedó callado cuando vio a Luis Carlos.

Ángel caminó hacia una esquina y se quedó allí.
-  ¿Qué demonios estás haciendo, David?
-  Lo siento, papá.
-  Sigue el plan. No lo vuelvas a arruinar, no seas estúpido.


Luis Carlos siguió su camino, y Ángel regresó sin que lo notara. Miró por un momento a David, quien miraba al horizonte, y luego él lo abrazó para desahogarse por media hora.

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